Políticos macarras y horteras

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09 abr 2019 / 07:15 h - Actualizado: 09 abr 2019 / 12:53 h.
"Opinión","La vida del revés"
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Pues yo echo de menos la poética en el discurso de los políticos.

Me parece soez, tenebroso y ramplón decir, por ejemplo, que el presidente del Gobierno prefiere "las manos manchadas de sangre que las manos pintadas de blanco". Lo ha dicho Pablo Casado y se refería al apoyo que prestó EH Bildu al Gobierno para aprobar los últimos decretos. Sea como sea, el señor Casado está demostrando no ejercer un mínimo de control al hablar y eso le causará enormes problemas durante la campaña electoral que llega.

Yo no sé por qué los políticos no intentan pensar un poquito lo que dicen o por qué no hacen un esfuerzo para cambiar el rollo aburrido y mostrenco que nos endosan a diario. Estaremos de acuerdo en que son un verdadero coñazo ¿no?

Ahora que Pedro Sánchez ha resucitado el ‘no es no’, la expresión me suena muy poética. De verdad. Lo puedo sentir, lo puedo escuchar, lo puedo ver convertido en grafiti callejero. Antes resultaba más amenazador, mucho más macarra. Escucho ‘no es no’ y casi me siento obligado a decir que no es no, como no es el ruido que escatima la mañana a las calles húmedas de escarcha; no es no cuando el rocío advierte a los pequeños brotes que, ansiosos, esperan ese instante en el que el rayo cálido abra una grieta en el légamo. ¿Lo ven? El paso del macarrismo a la horterada enternecedora es enano y sencillo.

Imaginen a Santiago Abascal diciendo que el presidente Sánchez es capaz de decir una cosa y la contraria mientras fija la mirada en un niño jugando o en una nube gigante con forma de perro; que el presidente es capaz de hacer eso aunque sin perder de vista que la realidad es dual y que todo es sí y no, nunca sí o no. Imaginen al señor Abascal con su bandera nacional a la derecha y un par de armas defensivas a la izquierda para sentirse más seguro, imaginen a ese hombre diciendo cosas tan bonitas.

Yo puedo ver a Iglesias con unos pañales en la mano derecha, con un ejemplar de la Constitución española en la izquierda. Y puedo escuchar su voz: los españoles están obligados a enamorarse de lo representan mis ideas, de la forma de esas ideas que llegaron para quedarse y revolucionar el universo entero. Los españoles terminarán entendiendo que el valor de una casa no tiene la menor importancia si en ella vive y crece una mente privilegiada.

Sueño con Pablo Casado utilizando un poema de Rubén Darío para hablar de la eutanasia: Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,/ y más la piedra dura, porque ésa ya no siente,/ pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,/ ni mayor pesadumbre que la vida consciente./ Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,/ y el temor de haber sido y un futuro terror.../ Y el espanto seguro de estar mañana muerto,/ y sufrir por la vida y por la sombra y por/ lo que no conocemos y apenas sospechamos,/ y la carne que tienta con sus frescos racimos,/ y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,/ y no saber adónde vamos,/ ¡ni de dónde venimos!... ¡Qué momento tan formidable!

A Rivera no le imagino. Este hombre no pega utilizando el lenguaje sin buscar un puñado de votos.

Qué buenos momentos podríamos pasar con estas criaturas. Y cómo nos los niegan un día tras otro. Habrá que conformarse con macarradas y cosas así. Una lástima.