La vida del revés

¿Por qué nos gustan tanto los chorizos «made in Spain»?

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22 jul 2019 / 07:15 h - Actualizado: 22 jul 2019 / 08:16 h.
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  • ‘El Dioni’. / EFE-Archivo
    ‘El Dioni’. / EFE-Archivo

No es raro que los delincuentes, en España, causen cierta simpatía social. Piensen en ‘El Dioni’ o gente de calaña semejante. Aparecen en programas de televisión haciendo el idiota y nos divierten con sus bajezas después de gastarse el botín. Eso de ser pobrecitos y sacudir un palo en el banco de la esquina o en la empresa que obtiene beneficios extraordinarios, siempre despertó gran ternura entre el personal. Y si tienen cara de imbécil nos gustan más.

Sin embargo, con Bárcenas no pasó esto. Fue el tipo más odiado del país. Su aspecto de señor con dinero que quiere más y más, la arrogancia desbordante utilizada hasta para comprar el pan, un cinismo a prueba de bombas con el que se ha reído de todo y de todos o su falta de dignidad, han evitado la más mínima muestra de afecto por parte de los mortales. Este no quedaría bien en un programa de esos en los que se compite por unos euros cuidando animales o sobreviviendo en una isla perdida. Porque ese tipo no engañó a los ricos siendo un paria, no reventó una caja fuerte para huir a Brasil. Lo que ha estado haciendo es otra cosa: ser el paradigma de la clase política española, representar lo peor de ese colectivo; es decir, expoliar un país hasta deprimirlo, hasta dejarlo en la ruina.

Me van a permitir decir algo por lo que seré criticado. Seguro. Aun siendo un mal chiste, habrá quien me tache de frívolo o de canalla. Pero he reflexionado sobre la razón por la que nos cae bien un chorizo o por la que nos produce un rechazo profundo. Verán, Bárcenas y sus amiguitos se gastaron la tela en ponis, en cumpleaños y viajes a parques temáticos maravillosos, en lujos que ya disfrutaban de antes, pero que preferían no pagar para ser más adinerados. Sin embargo, los implicados en el asunto de los ERE de Andalucía (unos golfos de mucho cuidado) se lo gastaron en putas, en droga y en juergas. En lo que se lo tiene que gastar un chorizo, coño. Tanto confeti, tanto confeti. Si eres un delincuente te portas como tal y terminas entre rejas vestido con un traje a rayas. Un chorizo con abrigo de 3.000 euros no termina de calar entre los ciudadanos. Son igual de forajidos, pero nos cae uno mejor que el otro. Ahora muchos entenderán el voto de los que sin criterio alguno votan a tal o a cual partido. Se buscan parecidos, afinidades. Unos somos más de lujos y otros lo somos de club de alterne.

Bárcenas me repugna. Tanto como los socialistas que han robado a manos llenas en Andalucía. Y espero que los chorizos dejen de parecer simpáticos por ser bizcos, anormales o graciosos. Nadie debería querer tener nada en común con esta gentuza. Lo que debemos buscar es un criterio claro que nos aleje.

Al talego. Ahí es donde deben ir a parar. Y el resto al curro cada mañana para pagar la enorme factura con la que unos pocos disfrutan de ponis, trajes caros, putas, yates, cocaína y cenas de alto copete.