Por un debate responsable en el PSOE

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10 dic 2016 / 21:06 h - Actualizado: 11 dic 2016 / 08:15 h.

Puede que las cosas vayan mejor de lo que parece pero lo cierto es que el PSOE no hace más que proyectar señales de una difícil convivencia interna. Puede que estemos ante un trance más de los innumerables conflictos familiares que jalonan la larga historia de este partido pero siguen persistiendo signos de división sumamente preocupantes en donde el respeto entre militantes queda relegado por el fragor de la batalla abierta. Ni siquiera se considera el acto de homenaje a Pablo Iglesias. Cualquier ocasión es buena para expresar la protesta y la disidencia, tal y como ha ocurrido en Asturias con el presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández, quien fue increpado por un grupo de seguidores de Pedro Sánchez en el preciso instante en el que se recordaba la figura del fundador del partido.Parece ser que la clave está en el factor tiempo como si la convocatoria inmediata del congreso fuera a resolver de un plumazo los problemas que arrastran.

Una bandera reivindicativa que pronto podría quedar esfumada una vez se fije la cita para dicho cónclave, poco antes del próximo verano, apenas seis meses por delante, tiempo más que prudente para ordenar un debate que ha de desembocar en una nueva y decisiva etapa de dicha formación. Pero, hasta llegar a ese día queda mucha tela que cortar, mucha diferencia que ventilar, mucho enfrentamiento, en fin, que disputar. Será, lo está siendo ya, un debate a cara de perro, propio de la situación límite en la que se encuentra el partido lo que hace presagiar los peores augurios posibles.Si ni siquiera se respeta la solemnidad del recuerdo a Pablo Iglesias resulta fácil entonces imaginar los derroteros por los que transcurrirá esta particular y trascendental pelea partidaria. No hay más que asomarse a lo que transita por las redes sociales para comprobar el grado de inquina que se ha instalado en algunos. De hecho, los mayores ataques que, en este caso, está sufriendo Susana Díaz en este ámbito vienen no precisamente de su principal detractor, el PP, sino de los seguidores de Sánchez que han encontrado en este medio su terreno propicio para el desgaste del contrario y sin el más mínimo miramiento.

Todo un ejército bien organizado y dispuesto a lapidar a todo aquel que se mueva en contra de sus preferencias emulando así a los de otra formación rival que han demostrado a la perfección sus artes en esta materia. Está muy bien eso del debate de ideas y propuestas, la reflexión sobre qué hacer con el partido de cara el futuro, pero, al menos, lo que se está viendo por ahora dista mucho de lo que debiera ser un proceso sereno y serio para establecer el nuevo cauce de un partido al que se le está esperando en nuestra sociedad. Se requiere celeridad, sí, pero, también, acierto en su toma de decisiones para un partido con vocación de mayoría y de gobierno responsable, lejos de aventurerismos, aspecto éste último que nunca ha formado parte de su cultura y tradición. No estaría de más que se rebajara el tono de tensión que ya se está imprimiendo. Un poco de sosiego podría contribuir a generar unas condiciones mínimas de habitabilidad en el seno del partido pero todo hace indicar que se va en dirección totalmente opuesta. El choque de trenes parece más que inevitable con las consecuencias que ello conlleva. Tal vez sea de ilusos esperar que reine la cordura pero debe recordarse que los ciudadanos castigan siempre con especial dureza el espectáculo de comprobar cómo los de un partido llamado a gobernarles se tiran los tratos a la cabeza. Veremos.