Si hay un tiempo protagonizado por los pregones es el de la preparación y celebración de nuestra Semana Santa y, dentro de ellos, el Pregón que la anuncia. Parafraseando al trujamán del Retablo de Maese Pedro: ¡vengan, vengan a ver vuestras mercedes la Semana Santa de Sevilla que es una de las cosas más de ver que hay en el mundo!
Se han cumplido este año ochenta pregones. Su finalidad básica: exponer públicamente el amor a la ciudad y a su Semana Mayor destacando el papel especial de las hermandades y cofradías y, en general, de los ciudadanos. ¿Cabe no repetirse? La experiencia nos dice que sí, pues, al igual que son distintas las interpretaciones por una orquesta o por un solista de una misma partitura, son variadas las formas de expresar ese amor. Este año la expectación ante la primera mujer pregonera quedó colmada. Bastó ver la seguridad con la que inició el "paseillo" hacía el escenario del Maestranza y con la que abrazó el atril al depositar su texto.
Charo Padilla utilizó su vida para articular su Pregón. Hubo frecuentes apelaciones a sus seres queridos, vivos y fallecidos, con la firme convicción de que éstos últimos nos protegen. Y hubo mucha sensibilidad hacia las barriadas, sus hermandades y asociaciones. Citó también a mujeres pioneras, valgan por todas Maruja Vilches y Ana María Ruiz. A ésta última, cuando de muy pequeña le preguntaron por qué salía de nazarena en San Esteban, respondió que para acompañar al Cristo de la Salud y Buen Viaje.
En suma un buen pregón con fácil conexión con un auditorio deseoso siempre de disfrutarlo. Y también con reivindicaciones de la mujer, sin acritud y respondiendo a la veracidad de su decir de manera rotunda: ¡soy la mujer que soy!