Pasa la vida

Premios Goya Sevilla 2019: La Gala de la Integración

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
03 feb 2019 / 11:32 h - Actualizado: 03 feb 2019 / 12:09 h.
"Pasa la vida"
  • El actor Jesús Vidal.
    El actor Jesús Vidal.

La inconmensurable verdad de Jesús Vidal, en su voz y en su semblante, es el mejor legado de la gala de los Premios Goya 2019. Apenas ve, pero va a sentir profundamente el efecto llamada de la popularidad basada en emocionar a todo un país que, en directo o en diferido, está compartiendo y comentando sus palabras de agradecimiento al ser galardonado como mejor actor revelación por su sensacional actuación en la película 'Campeones'. Dos minutos que condensan el enorme y fascinante mundo interior de tantas y tantas personas que tienen capacidades diferentes, como bien define el cineasta Javier Fesser a quienes se denomina discapacitados. A quienes antes se tildaba de minusválidos. Vamos avanzando. La onda expansiva de lo mucho que expresan y significan esos dos minutos, la 'viralización' a través de medios de comunicación, redes sociales, centros educativos, organizaciones sociales y toda la galaxia internet, va a favorecer tanto o más que la película 'Campeones' la integración de ciudadanos como Jesús Vidal.

Integración es el concepto que mejor define, tanto en clave cultural como política, mediática y social, lo sucedido durante más de tres horas en el formidable Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla. Si la Academia del Cine prueba a realizar más veces este evento en otras ciudades españolas (Valencia, Zaragoza, Bilbao, Málaga, La Coruña, Valladolid...) corroborará lo sano y empático que es salir de Madrid y no ir a Barcelona. Darse un respiro respecto a los círculos viciosos de la crispación, de la instrumentalización, de los boicots. En la alfombra roja de Sevilla, hasta posan juntos Pablo Casado y Pablo Echenique. Han integrado incluso a Maxim Huerta, que estaba en su sitio: el 'show' en el escenario. El papel de ministro lo hace mucho mejor José Guirao. En el guión de la integración aún queda por alcanzar el más difícil todavía: que la próxima gala la patrocinen juntos los taxistas de MyTaxi y los choferes de Cabify.

La Academia del Cine, con sus premios, sus homenajes y sus actuaciones, integró en la gala, como cachitos de hierro y cromo, a todas las Españas del cine, de la televisión y de la comunicación. A Chicho Ibáñez Serrador, a Netflix, a Fernando Fernán Gómez, a Los Chunguitos. A Televisión Española, que tiene los derechos para su retransmisión, y a los canales de Movistar +, donde se emiten buena parte de los programas de Andreu Buenafuente y su productora El Terrat. En la gala hubo cuota de pantalla para un largometraje de animación tras la estela del gran periodista Ryszard Kapuscinski, para Florinda Chico, para la causa del pueblo palestino, para Almodóvar y sus mujeres.

Suma y sigue, integración para las actrices con más tablas que famoseo, con más solera que lentejuelas, como Susi Sánchez, que estaba interpretando 'Tío Vania' de Chejov en el sevillano Teatro Central cuando comenzaba la gala, y en el Palacio de Congresos recogió el premio a mejor intérprete porque había sido más votada que Penélope Cruz. Al actor Antonio de la Torre como encarnación de la España corrupta y al ciudadano Antonio de la Torre como persona que encarna una Andalucía de talento y sin complejos. Capaz de hacer cine sin tópicos, y de subir al escenario para recoger un Goya y marcarse una imitación de Chiquito de la Calzada como homenaje al punto de genialidad que tenía su humor amable.

El tándem Andreu Buenafuente – Silvia Abril funcionó mucho mejor como animadores de la gala que el de Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla. No era difícil superar el rendimiento de éstos en 2018 cuando quedaron muy por debajo del entretenimiento que aportaba Dani Rovira. Buenafuente, que obviamente no tiene las dotes de 'showman' del actor malagueño, fue hábil para meter en el guión, sin cargar las tintas, algunas brevísimas alusiones a temas controvertidos, como el inefable Puigdemont, como la palabra 'golpe' asociada a la Cataluña secesionista, o como las sentencias condenatorias a quienes se cachondean del prójimo sin respetar ni a los vivos ni a los muertos. También le vino bien a Buenafuente planificar una gala dándose cuenta de que intentaría divertir a los televidentes de toda España saliendo a escena desde Sevilla y no desde sus oficinas y platós en el hartible centralismo de Barcelona y Madrid.

En menos de dos meses, Sevilla ha sido sede y altavoz de los Premios de la Academia del Cine Europeo, y de los Goya de la Academia del Cine Español. Y ninguno de los dos ha incurrido en regodearse en los viejos tópicos del 'marco incomparable', del 'miarma' y del 'arsa y toma'. Vamos saliendo de esa perniciosa reducción de la identidad andaluza como anfitriones y/o protagonistas. Algún día, hasta dejará de suceder en Canal Sur. Desde el punto de vista cultural e institucional, la gala europea sí fue demostración de la potencia intelectual del cine. Ante el 'brexit', ante Putin, ante las 'fake news', ante el drama de los inmigrantes. Con discursos sólidos y emocionantes como los de Wim Wenders, Costa Gavras, Agnieszka Holland y Ralph Fiennes. La gala española, justo cuando la película más premiada es la que lleva a la pantalla 'El Reino' de la corrupción, se tomó una tregua para preferir centrarse en reivindicaciones sociales: la igualdad de la mujer y la dignificación de las personas con capacidades diferentes. Jesús Vidal y su verdad a corazón abierto va a reinar en España en los días previos al comienzo, en el Tribunal Supremo, del juicio a la mayor de las corrupciones perpetradas: el 'procés'. Y se emitirá en directo. Sesión continua. Meses en cartel. Peliculón. Atentos a la pantalla.