Primarias últimas

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21 may 2017 / 08:57 h - Actualizado: 21 may 2017 / 08:58 h.
"PSOE"

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Los expertos no encuentran datos para afirmar que las primarias sean buenas per se. En EEUU, donde llevan más de un siglo con ellas, aún hay Estados donde no se celebran y son asambleas de electos las que eligen a los candidatos. Algunos teóricos también afirman que si los partidos son fundamentalmente un instrumento para la participación política de los ciudadanos, de ello no se desprende la necesidad de que sus decisiones internas deban ser tomadas con la participación de todos los militantes. En los casos de partidos políticos que pretenden ocupar un amplio sector social, partidos de catch-all o atrapalotodo, las primarias pueden ser incluso contrarias a sus intereses, pues con la intervención de los militantes se puede estar ofertando un sesgo ideológico demasiado escorado y estrecho para la que ha sido su virtud, la de jugar en esa zona templada en que se mueve la mayoría social que concede las mayorías. Los estudiosos concluyen que, hoy por hoy, el ciudadano no se inclina a votar a un partido u otro porque haga primarias. Así las cosas, el imperativo ético de las primarias es la razón que se esgrime con mayor contundencia a favor de las mismas, pero incluso esta fuerte razón entra en crisis de utilidad cuando se la enfrenta a la realidad a la que están llamados las organizaciones políticas: a una contienda electoral en la que el adversario no dudará en explotar tus propias contradicciones.

Las primarias tensan la estructura orgánica y territorial de los partidos hasta el punto de fractura. El vencedor de unas primarias, salvo que lo haga por una amplia mayoría –primarias cesaristas-, tendrá que ir dinamitando las estructuras internas y territoriales que han podido jugar en su contra. Un candidato elegido en unas primarias reñidas se puede encontrar con un partido que le juegue sin rubor a la contra esperando su fracaso en las urnas. El hecho contrastado de que los militantes más favorables a las primarias sean personas poco comprometidas con el funcionamiento diario del partido y los más alejados ideológicamente del aparato, confirma la tesis de que cuando la militancia de base impone un candidato que no es el auspiciado por la oligarquía del partido, detrás de las primarias suele venir una cruenta limpia.

El tiempo dirá qué tuvieron de bueno las primarias que hoy celebra el PSOE, pero por lo que se ha visto públicamente va a costar que pueda enseñar otra cosa que no sea la gruesa y rojiza cicatriz de una herida que casi lo mata. Aunque sobre este extremo los expertos también afirman algo: que cuando un partido está roto las primarias son inocuas y sólo vienen a confirmar la ruptura. De lo que empiece a ocurrir a partir de mañana dependerá