Primer año: avances, déficits y riesgos

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20 may 2016 / 21:08 h - Actualizado: 20 may 2016 / 21:16 h.
"Ayuntamiento de Sevilla","Juan Espadas"

La proximidad del primer año de gobierno de Juan Espadas al frente de la Alcaldía de Sevilla está generando más que un sano y sosegado ejercicio de análisis y balance de lo realizado, una escalada verbal de reproches entre los diferentes grupos municipales que puede poner en jaque la colaboración y los acuerdos que necesita un ayuntamiento gobernado en minoría.

No nos causa sorpresa que lo haga el PP, por otro lado incapaz aún de superar el extraordinario batacazo que llevó a Zoido a la oposición y enzarzado en una disputa interna, cada vez más visible, que tarde o temprano tendrá consecuencias.

Más moderada y zigzagueante la posición de Ciudadanos, dando una de cal y otra de arena, en la búsqueda de un mayor espacio político e influencia en las decisiones municipales, tiene que dejar de jugar al despiste y mostrar con mayor claridad ante la ciudadanía cuáles son sus verdaderas intenciones.

Pero donde se han desatado las tensiones más allá de lo previsible y lo deseable ha sido entre el gobierno municipal y los grupos municipales que apoyaron la investidura del alcalde. Es posible que la precampaña de cara a la nueva cita electoral del 26J y la disputa por la hegemonía en la izquierda esté influyendo más de la cuenta en ello, pero quienes acertadamente contribuyeron a dar por finalizada la etapa representada por Zoido deberían actuar con mayor prudencia, pensar más en Sevilla, y en los tres años que aún quedan por delante.

Es lógico y legitimo que el alcalde haga una defensa de la gestión realizada durante este año, no podría esperarse otra cosa, cuando seguro tiene argumentos para ello; distinto es que pensemos que peca de cierto conformismo, o quizás sea que ingenuamente esperábamos mayores dosis de ambición para la necesaria transformación económica y social de la ciudad. Lo que verdaderamente nos ha sorprendido y disgustado es la estrategia y el tono empleado por el alcalde para defenderse de las críticas de los grupos municipales de IU y Participa Sevilla, buena parte de ellas preñadas de razón.

Tratar de desacreditar al grupo municipal de IU en el Ayuntamiento de Sevilla, tildándolo de izquierda radical o con calificativos similares, es un exceso que no se encuentra avalado por los hechos, como lo demuestra no sólo su apoyo en la investidura, o las múltiples coincidencias en otros muchos asuntos, sino al apoyo riguroso y constructivo –también exigente– en las dos herramientas más importantes para garantizar la acción del gobierno municipal, como son las Ordenanzas Fiscales y el Presupuesto Municipal. Algo similar podríamos señalar con Participa Sevilla; aunque este grupo tenga dinámicas distintas.

Sólo en clave del 26J pueden entenderse estas declaraciones del alcalde –que hasta ahora había llevado con solvencia el dialogo con los grupos municipales, como ponen de manifiesto los acuerdos alcanzados este año– o su reiterado afán de los últimos días por hacernos conocedores de algo que ya sabíamos y que valoramos convenientemente, que es un hombre moderado y de centro izquierda.

En paralelo, las críticas de IU y Participa Sevilla respecto de la acción del gobierno municipal, inicialmente más sosegadas, han ido subiendo en los últimos días de tono, posiblemente como reacción a las palabras del alcalde. Cabe al respecto sugerirles que prescindan de la inútil y decepcionante descalificación de trazo grueso y que sus valoraciones estén presididas por el máximo rigor, centradas en la realidad de nuestra ciudad, y desde luego con ánimo constructivo, de tal manera que contribuyan a que este mandato municipal suponga un avance para la ciudad y mejore la calidad de vida de las personas.

El alcalde y su gobierno en minoría tienen inexorablemente que contar con apoyos dentro del salón de plenos del ayuntamiento y fuera de él. Para ello es vital, por un lado, que reconstruya los puentes dañados en la disputa verbal de estos últimos días con quienes consideramos han de entenderse fundamentalmente, aún sin ser excluyentes -la otra alternativa serían acuerdos sostenidos con la derecha que no contemplamos-, así como esforzarse en comprender y respetar su papel como oposición, que en definitiva es lo que son, y emplearse a fondo en cumplir lealmente los acuerdos a los que con ellos llegue; y por otro, que profundice y refuerce las alianzas con los sectores sociales más dinámicos de la sociedad sevillana, propiciando una mayor participación e implicación de los mismos.

Se han producido sin duda alguna avances durante este último año: tenemos unas ordenanzas fiscales más justas y progresivas; un presupuesto municipal más que aceptable para este ejercicio; y se han sentado las bases para abordar asuntos de trascendencia olvidados durante los últimos cuatro años, entre otros, los relacionados con el impulso económico y la generación de empleo, las cláusulas sociales en la contratación pública; el reforzamiento de los dispositivos públicos en las políticas sociales, el replanteamiento de la política cultural o la mejora de los servicios públicos.

No obstante, los hay que han sido abordados con un enfoque cuanto menos discutible, entre ellos los relacionados con la movilidad, algunos asuntos urbanísticos o la participación social; otros sencillamente se encuentran ausentes de la agenda del gobierno municipal. En cualquier caso lo que no alcanzamos todavía a ver con claridad, y nos preocupa, es el modelo de ciudad que se pretende impulsar.

De sobra conocemos las limitaciones de todo tipo que los ayuntamientos tienen, agravadas en la actualidad por la inaceptable regulación legal de la administración local aprobada en solitario por el PP -un objetivo de la izquierda debe ser su derogación-, pero si se acompaña de la voluntad política que se requiere para establecer claramente las prioridades y atenderlas, será posible que este mandato municipal se finalice con un balance positivo.

Confiamos en ello; pero para hacerlo posible insistimos que hay que pasar más decididamente a la acción, ser más valientes y romper inercias, desprendiéndose de lastres históricos que paralizan e impiden la transformación de la ciudad.