Primer latigazo

La opinión de...

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09 feb 2016 / 16:00 h - Actualizado: 10 feb 2016 / 11:58 h.
"Cuaresma"

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Como llegado el tiempo de la penitencia lo que parece que procede es el flagelo, aparto la lírica que tenía prevista, obligado por la decisión del Cabildo Catedral de suprimir uno de los días del Triduo de Carnaval. Que no niego hayan esgrimido razón suficiente pero como ésa, ya valdrá cualquier otra para el juego de la bolita con que se están empezando a trilear las solemnidades catedralicias. Pues la gota cae sobre un vaso bastante colmadito a cuenta del Monumento del Jueves Santo. ¿No saben a qué me refiero? Ese es el problema. Porque antes que seguir la crítica hacia los pobres canónigos, su versión de la esencialidad y su regresión a los debates de sencillez posconciliares que creíamos superados con la sensibilidad, la cultura y el respaldo papal al valor de las tradiciones, la primera andanada nos la tenemos que autoinfligir nosotros, por mucho que quiera señalarse a un clérigo de nombre más bonito que su santo y con apellido de primitivo y utilísimo invento. En seguida al añorado Pepe Sánchez Dubé le hubiera faltado tiempo para estar sobre el asunto. Les cuento: terminadas las obras de los pilares de la Catedral, tan satisfechos todos al parecer del improvisado recorrido de nuestras cofradías dentro de las naves, pasando por delante de la Virgen de los Reyes (los que no estaban corriendo el slalom y los cien kilómetros hasta el locus) aquí que nos lo quedamos definitivamente, evitándoles a los señores de la muceta color Podemos tener que desmontar la interminable cancha-presbiterio del altar de Laureano de Pina, que aleja a los fieles mucho más que las rejas del desterrado Altar Mayor cuando éstas fueron el motivo (otro) para revirar la orientación natural de la Catedral. Y consecuentemente dejar como Monumento de Jueves Santo la lástima ornamental de un simple baldaquino puesto encima de una mesa de altar. A esto voy. Busquen en Google Monumento de la Catedral de Sevilla y lloren cualquier esplendor pasado. Si las cofradías intervinieron en su momento para salvar el Corpus ¡y en un ambiente de absoluta colaboración con el Cabildo!, no sé dónde andamos ahora, empezando por las sacramentales. Que tanto predicarnos la preeminencia del Santísimo ¿vamos a acomplejarnos por reclamar el culto que se merece y exige en este templo? Eso sí, el zanco del paso que esté en este milímetro exacto de la alfombra cuando suba al altar de su aniversario catedralicio pero al Dios latente que revive la noche del Cenáculo, de trapillo por no vaciar las vitrinas que vienen a ver los turistas. A quién le importa. Total, lo más que puede pasar, que nos tomen por locos, aquí viene como anillo al dedo. ~