Tengo a un amigo ingresado en García Morato porque se perdió el telediario del otro día y no se enteró de que había que hidratarse y desistir de hacer ejercicio físico en las horas de más calor, de modo que el hombre, en su ignorancia, se calzó unas papas con bacalao y acto seguido –cuatro y media de la tarde– se fue a la Glorieta del Cid y allí, al amparo de un termómetro que marcaba 52, se puso a hacer abdominales como un poseso, de resultas de lo cual ha estado el hombre para morirse. Servidor, por precaución, no se pierde un informativo de la tele, sobre todo en verano, que es cuando cuentan las cosas que verdaderamente importan, como por ejemplo la opinión que le merece la lluvia de barro a un camarero de Las Pajanosas o qué haces con un tomate y un pepino si eres de la Alpujarra. Los líderes políticos –si líderes fuera el término– también están haciendo el tonto porque no ven las noticias de la tele, donde queda claro que no hay pacto posible y que vamos a terceras elecciones. En mi instituto, al que tripitía lo echaban y se tenía que ir a los albañiles, pero eso no lo cuentan en los telediarios, tan institucionales ellos, tan responsables, tan partícipes del momento histórico, y en vez de editorializar exigiendo que los candidatos repetidores ahuequen el ala y dejen su sitio a quienes sepan entenderse, prosiguen con su responsable cometido de ser fieles testigos de la actualidad, como la divulgación de los secretos del gazpacho, la crónica fidedigna del discurso de la pedorra de turno y el pueblecito ese del norte donde han caído granizos así de gordos. Pues nada: intenten formar gobierno. E hidrátense, ¿eh?, hidrátense.