Prohibido votar a la ligera

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20 mar 2019 / 21:31 h - Actualizado: 21 mar 2019 / 06:31 h.
"Opinión","La vida del revés"
  • Urna electoral. / EFE
    Urna electoral. / EFE

Estamos en precampaña electoral y los discursos ya van de lo estúpido a lo peligroso. Algunos líderes políticos o los candidatos de las distintas provincias van dejando claro lo que piensan y lo que van a ser capaces de prometer buscando votos casi imposibles. Y esto hace que, inevitablemente, nos tengamos que plantear algunas cosas. Ni los políticos deben llevar las cosas a extremos ni los votantes deben ejercer sus derechos de una forma frívola o insensata.

Hace algún tiempo leí el magnífico libro Ve y pon un centinela de la novelista Harper Lee. En uno de los diálogos, los personajes reflexionan sobre el voto y lo que representa y, entre otras cosas, tocan asuntos como este: Jefferson, uno de los padres de la nación norteamericana, creía que la plena ciudadanía era un privilegio que tenía que ganarse cada cual, que no era algo que pudiera concederse a la ligera, ni tomarse a la ligera. A su modo de ver, un hombre no podía votar por el simple hecho de ser un hombre. Tenía que ser, además, un hombre responsable. El voto era, para Jefferson, un privilegio precioso que se ganaba en una economía basada en el ‘vive y deja vivir’. Yo, desde luego, me apunto a esta idea. No puede ser que una persona cualquiera vote sin pensar en lo que eso representa. Es absurdo jugar con algo tan importante como es el futuro de una nación y de las personas que la forman.

Votar no es siempre sinónimo de libertad o democracia. Ni mucho menos. Piensen, por ejemplo, en los señoritos que metían a los peones de la finca en un furgón y les llevaban a votar. Por supuesto, las papeletas ya se las proporcionaban los patrones a los trabajadores. A votar sin rechistar. ¿Es eso libertad o democracia? Y cuando esos peones pudieron votar a otros partidos inducidos, de la misma forma, bien por mensajes populistas o llevados por la sed de venganza, sin saber leer todavía ¿era eso el progreso y la libertad? Ojo con esa sublimación del voto porque, tal vez, habría que echar un vistazo a lo que sucedió y a lo que sigue sucediendo en algunas ocasiones.

Votar ha de ser un acto de libertad lleno de sentido y de criterio. Votar no es una broma. ¿Cómo puede alguien votar para castigar a un político si está en juego el futuro de las personas? Se podrá exigir a ese político que deje paso a alguien que defienda las mismas ideas con mayor eficacia, pero votar una opción radicalmente distinta no tiene lógica alguna. Y estas cosas pasan. Ya lo saben ustedes igual que yo.

Los políticos comienzan a dejar ver sus estrategias y su falta de escrúpulos. Populismo a raudales, ideas locas y peligrosas, discursos que hace unos años nos hubieran escandalizado a todos (¿qué es eso de armar a la sociedad civil; qué es eso de que los gais son enfermos?). Ideas que parecían superadas vuelven a estar sobre la mesa; algunos importan ideas que están funcionando desde un punto de vista electoral en otros países y las sueltan sean buenas, malas o regulares; los que saben que no van a ganar dicen barbaridades sabiendo que no tendrán que rendir cuentas por ello aunque arrinconan a los que sí tienen posibilidades. Un desastre. Nada sorprendente teniendo los políticos que tenemos en España.

Dicho todo esto, los votantes deben ejercer su derecho con cabeza, pensando en las consecuencias de su gesto y en el bien común. Es muy fácil e imprescindible. Ojalá todos pensemos en lo que hacemos. Ojalá.