Psicatrices

Cuando la herida emocional se va cerrando, podríamos decir que se está formando una psicatriz (concepto del autor Idriss Aberkane), es decir, una cicatriz del alma

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14 oct 2017 / 19:59 h - Actualizado: 14 oct 2017 / 20:58 h.
  • Psicatrices

La vida es muy curiosa. Cuando somos niños y nos caemos, lloramos en el momento que sentimos el raspón en la rodilla; a la mañana siguiente, casi no hay ni sombra de la herida y volvemos a sonreír sin acordarnos de la caída. Cuando somos adultos, tenemos tropezones más graves –literales y metafóricos– pero no echamos ni una lágrima en su momento y, según pasa el tiempo, nos vamos sintiendo peor... esto nos provoca heridas dobles: físicas y emocionales, cosa que podríamos ahorrarnos si actuásemos con la naturalidad y la sana sabiduría infantil.

Cuando la herida emocional se va cerrando, podríamos decir que se está formando una psicatriz (concepto del autor Idriss Aberkane), es decir, una cicatriz del alma. Puede que te estés preguntando: «¿El alma puede tener cicatrices?». La respuesta es sí, pues en la vida todos somos aprendices, lo que conlleva caer y levantarse... ¡hasta jartarse! Y en este ir y venir es probable que alguna herida pueda salir, pero tranquilo, esto sólo significa que estás practicando el precioso arte de vivir. Todos tenemos alguna psicatriz, antigua o reciente, señal de que eres un ser humano valiente, inteligente y persistente:

Valiente porque las psicatrices las tienen los que se mueven, los que se arriesgan, los que superan sus temores y se atreven a probar diferentes sabores... El que siempre está quieto, el que se queda como está (por miedo a lo que pueda pasar), el que no entra en el partido... Ése no sabrá lo que es perder, a ése no le harán nunca una falta, así que no le saldrá psicatriz... pero tampoco sabrá lo que es ser feliz.

–Inteligente: Una psicatriz es una señal de cura, de una herida emocional que ha sanado; una psicatriz denota aprendizaje porque, sí, nos hemos herido pero igual de cierto es que nos hemos repuesto y hemos crecido. Lo contrario a la psicatriz es la hemorragia emocional, esto es lo que sucede cuando una herida del alma no para de sangrar y no hacemos nada para ayudar a que «psicatrice», esto es lo verdaderamente peligroso y preocupante... Por el contrario, la psicatriz es señal de que, a pesar de todo, salimos hacia adelante.

–Persistente: El que persiste es el que, como las famosas pilas, «dura y dura y dura», es el que conoce la caída, pero también la cura. El persistente es generador de esperanza porque con su ejemplo de supervivencia confirma que es posible inclinar a tu favor la balanza vital.

En Japón se practica desde hace siglos el arte del Kintsukuroi (literalmente, reparación de oro). Se trata de una técnica que consiste en arreglar las fracturas hechas en objetos de cerámica con oro, la filosofía Kintsukuroi plantea que esas reparaciones son motivo de orgullo y deben mostrarse (se repara el objeto de forma que quede visible la parte reparada, que se vea que es un añadido) porque esa rotura–reparación forma parte de la historia de la pieza en cuestión, incluso aumenta su valor. ¡Qué buen ejemplo nos da la filosofía Kintsukuroi! ¿Por qué los seres humanos no haremos lo mismo? Las personas cuando nos «rompemos» siempre tendemos a ocultarnos y nos entristecemos pensando que, si nos recomponemos, no vamos a quedar como al principio, entonces nos ocultamos aún más... En algo teníamos razón, cuando nos rompemos y nos recomponemos, no quedamos como antes, no volvemos a ser la pieza original... ¡ahora nos hemos convertido en piezas mucho más valiosas! Porque nuestras psicatrices, esas cicatrices del alma, son el vivo testimonio de que hemos luchado y ganado a pesar de haber perdido la batalla, porque nos hemos conservado a nosotros mismos. Si fueras una delicada pieza de cerámica recompuesta, te diría: ¡Luce con orgullo tus hilitos de oro!, porque son el tesoro de tu superación. Lo bonito y lo admirable no es parecer nuevo, como recién salido de la tienda, porque empeñarse en ver la vida protegido por el cristal del escaparate... eso es un disparate; lo verdaderamente bonito y admirable es mostrar que eres vulnerable porque la vulnerabilidad te da sentido del coraje, ése es el mejor equipaje para realizar cualquier viaje... (por cierto, coraje viene del latín cor –corazón– que originalmente quería decir «explicar la historia de quien eres con todo tu corazón»). La vulnerabilidad demuestra que eres imperfecto y, por lo tanto, humano; esa humanidad es lo que te hace conectar con los demás y propicia que ganes amigos, clientes y fans, demostrando que eres, como decía mi madre, «de carne, hueso, nariz y pescuezo», por lo que para mejorar y llegar a tus metas, tienes que hacer considerables esfuerzos.

Ya lo decía Torcuato Luca De Tena: «Las personalidades especialmente exquisitas son más vulnerables que las más zafias; del mismo modo que una taza es más frágil cuanto de mayor calidad sea la porcelana», recuerda que la fragilidad denota calidad... ¿Te has roto alguna vez? ¡Enhorabuena, sabes lo que es crecer!