¿A usted le han llamado alguna vez para preguntarle su intención de voto antes de unas elecciones? A mí no y llevo cuarenta años con teléfono. Pero no creo en las encuestas solo por esto, sino porque defienden siempre unos intereses, por lo general los de quienes las encargan. Además, creo que es una falta de respeto mayúscula gastarse dinero en averiguar lo que se puede saber con certeza absoluta unas horas después de cerrarse las urnas, una vez que los ciudadanos hayan hablado, que en realidad es lo que vale, el voto del ciudadano y no que alguien lo llame a casa y le pregunte su intención mientras está cenando, viendo la tele o haciendo el amor con la vecina.
Se vota cada cuatro años y no pasa nada porque se espere dos o tres horas, ¿no? Otra cosa es que los partidos encarguen encuestas internas para ver qué tipo de estrategia tienen que seguir en la campaña electoral. Pero estar constantemente publicando encuestas es, además de cansino, perjudicial para el sistema porque el ciudadano puede llegar a la conclusión de que su voto ya no tiene un gran valor y que si el día que tiene que ir a votar se va a pescar o a jugar a la petanca, no pasa nada. Ya hay millones de personas que no hacen uso de este derecho, como es sobradamente sabido, y en parte es por esta razón, por estar convencidos de que ya está todo cocido y que da igual quien gane.
Las encuestas dan a Susana Díaz como ganadora de las elecciones autonómicas del próximo día 2 de diciembre. Tampoco es que fuera muy necesario, porque la actual presidenta no tendrá rivales de peso. A pesar de la corrupción, del paro, del desgaste y de seguir a la cola de Europa, como hace cuarenta años, los andaluces y las andaluzas la van a votar, creo, masivamente. Los especialistas descartan una mayoría absoluta del Partido Socialista en Andalucía, pero se pueden equivocar porque he hecho mi propia encuesta interna en tres tascas de Mairena del Alcor y de diez amigos en paro, ocho van a votar a Susana para seguir en el desempleo.