La última semana me ha hecho recordar mis días de instituto, en una época en que el griego clásico y la filosofía no parecían asignaturas inútiles. Y se me ha venido a la memoria una frase recurrente que Platón ponía en boca de Sócrates: «Los sabios proceden con moderación».
Y he recordado esta frase, tras las elecciones en Austria y las referencias al avance de la ultraderecha. Desde mi punto de vista se trata de un análisis incompleto. No es sólo que la ultraderecha esté avanzando, es que la moderación está retrocediendo. En Austria, por ejemplo, por primera vez han quedado fuera de la segunda vuelta el partido socialista y el cristiano demócrata, un síntoma más de la mala situación de los partidos tradicionales en el viejo continente. ¿Quizás el fenómeno Trump obedezca al mismo proceso?
La situación económica y social de Europa ha llevado a los votantes a ser más radicales y extremistas en sus comportamientos electorales y eso ha desembocado en un auge de partidos de extrema izquierda y de extrema derecha, o en el endurecimiento de los discursos de los partidos tradicionales, que ven como sus posiciones históricas no hacen más que distanciarlos de sus teóricas bases sociales. ¿Es justo pensar que esto se debe sólo a la mala calidad de nuestra clase política? ¿No ha sido también el comportamiento de los electores el que ha provocado, por ejemplo, el endurecimiento de las posiciones de Merkel con respecto a los refugiados? ¿Si las posiciones moderadas fueran las imperantes entre los votantes alemanes creemos que la CDU se hubiera planteado la necesidad de cambiar su posición inicial?
Y es que ya lo decía Bernard Shaw, la democracia garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos.