Seguramente, Susana Díaz sea la única líder territorial del PSOE que prefiera que las elecciones generales coincidan con las europeas y las municipales. La baja participación en las últimas andaluzas fue uno de los factores fundamentales por los que el PSOE cosechó un resultado catastrófico. Sí, catastrófico; el PSOE no gobierna y esa es la mayor de las desgracias para un partido político.
Urnas de varios colores en la misma mesa suelen generar un efecto llamada muy importante. En concreto, unir la elección de los representantes municipales y la de los que nos representan en el Congreso de los Diputados invita a la participación de forma especial. Hacer que el personal vaya a votar cada quince días es motivo de cansancio, hartazgo y desafección entre los votantes.
Si esto es cierto, un súper domingo debe ser del gusto de Susana Díaz. Porque aunque parezca mentira, haber perdido la Junta de Andalucía tiene algo positivo ya que eso podría llamar al voto masivo de los socialistas que no quieren que se repitan resultado y desean recuperar el terreno.
Sea como sea, podría ser que los resultados lleguen a ser un auténtico desastre. A Espadas, la irrupción de Vox le puede hacer trizas la aritmética de gobierno municipal. A los candidatos por las provincias andaluzas del PSOE les puede caer encima una maldición política que parece que está llegando para quedarse: pérdida de votos sin fin. El coqueteo impresentable e inservible de Sánchez con los independentistas; haber alargado su estancia en La Moncloa cuando prometió convocar elecciones ‘lo antes posible’, cambios de rumbo y de criterio cada diez minutos, entregar presencia a Iglesias hasta protagonizar la negociación de los Presupuestos Generales del Estado en una cárcel y una oposición tremenda, dura, correosa, de lenguaje grueso junto a una falta de lealtad institucional grotesca, ha sido un lastre que podría llevarse por delante muchas cosas.
Salir del paso o desintegración. Las opciones son muy pocas y los resultados posibles malos. Veremos.