Quema la Constitución, hace frío

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17 abr 2016 / 00:22 h - Actualizado: 17 abr 2016 / 00:24 h.
"Constitución Española","El desafío catalán"

A Pepe Carvalho, eterno personaje creado por Vázquez Montalbán y cuyo drama era que lo había leído todo, le dio por quemar todo lo leído. En exterminio metódico, o casi, seleccionaba de su biblioteca el libro que habría de ser devorado por las llamas. Los libros no enseñan a vivir, sentenció un día, y al fin y al cabo son sólo eso, libros. Curiosamente el primero que quemó fue uno de Laín Entralgo, España como problema, toda una premonición aunque se tratase, mirado con la perspectiva que da el paso del tiempo, de un exorcismo purificador del todo inútil. España sigue siendo el problema.

La periodista Empar Moliner, colaboradora del programa Els Matins de TV3, quemó una Constitución en directo al viejo estilo carvalhiano: «Si la Constitución nos prohíbe calentarnos, por lo menos que el quemarla nos quite el frío». Los libros no enseñan a vivir, la Constitución no ayuda a la convivencia, mutatis mutandi una misma causa para que el Libro de los libros jurídicos, como los más de tres mil de la biblioteca de Carvalho, acabe entra las llamas. Se desencadenó, como era previsible, toda una tormenta de descalificaciones y condenas contra la periodista, la cadena de televisión catalana y el Gobierno de la Generalitat. La performance fue vista además como un acto de sedición con publicidad. A mí, sin embargo, me pareció una original forma de criticar una sentencia del Tribunal Constitucional, como también una chocante y provocadora manera de decir que la interpretación de la Constitución no sirve si no cumple con su importante función integradora, es decir, cuando al dictarse provoca más desunión que lo contrario. Hay que saber que la sentencia no fue apoyada por tres de los once magistrados que integran el Tribunal.

El Parlamento catalán aprobó una ley que, ante la pobreza energética, prohibía a las empresas eléctricas cortar el suministro en los meses más fríos del año. La factura había que pagarla en todo caso, obligándose a las partes a llegar a un acuerdo. El Estado recurrió la medida por considerar que se vulneraban sus competencias en materia energética y planificación económica, vindicando así lo que él ya había regulado sobre ese extremo para toda España a través del bono eléctrico: reducción en el precio de la factura de la luz, pero dejando viva la posibilidad de que la empresa suministradora te corte la luz si no pagas en tiempo y forma, por más que estés helado. Cataluña sólo intentaba mejorar la situación desde sus propias competencias.

A todo esto, Soria, exministro de Energía y responsable de lo que les cuento, estaba bien abrigado entre las Bahamas y Jersey. Pero seguro que decir esto es tan demagogo como quemar la Constitución, salvo que te mueras de frío, claro. España como problema, ¡ni quemando la edición completa!