Hoy sería el día en el que tendríamos que recordar un gran acontecimiento político en la Andalucía de hace 40 años, el día que como pueblo nos organizamos para hacerle entender al resto de España y, sobre todo, a lo más conservador de este país que pasara lo que pasara había contar con Andalucía. Aquel día nos sacudimos las pulgas del miedo y del sometimiento de cuarenta años de dictadura que habían conformado un espacio subdesarrollado económica y socialmente y salimos a la calle a decir aquí estamos. Y todo era una fiesta, un éxito, hasta que una bala atraviesa el cuerpo del joven malagueño García Caparrós; al parecer un cabo de la policía había hecho fuego contra los manifestantes y había asesinado a un joven a quemarropa.
Digo al parecer porque hoy cuarenta años después el expediente sigue siendo secreto y sigue sin saberse quién mató a García Caparrós. Se sostiene mal en democracia un secreto así, jamás el silencio y la falta de justicia pueden formar parte del adn de un Estado de Derecho. Es incomprensible que un crimen de Estado siga bajo secreto después de tanto tiempo y que el peso de la ley no haya servido para crear justicia. Esta semana Argentina volvía a darnos una lección de justicia y democracia con los suyos –porque García Caparrós es de los nuestros– juzgando sus crímenes de Estado y condenando a los militares criminales.
No sé a vosotros, pero siento una especie de hilo conductor de identidad con un andaluz que murió por pedir progreso y libertad para su tierra y hoy cuarenta años después no podemos seguir dejándolo tirado sin pedir justicia. ~