Va a pasar con los Grammys Latinos como con el Concurso Nacional de Córdoba o los Giraldillos de la Bienal: que tienen ya uno de estos premios hasta los municipales de Ubrique. Los Grammys Latinos son los premios del negocio discográfico, aunque el flamenco de verdad tenga poco negocio ahí. Invitan cada año a todos los sellos discográficos, potentes y modestos, para que los premios sean creíbles, pero al final optan las multinacionales, los sellos influyentes y los artistas de renombre. Por ejemplo, Arcángel, ganador de este año del Grammy a la mejor obra de Música Flamenca por su disco Al este del cante, suponiendo que sea un disco de flamenco. Él sí es cantaor, y de los buenos, pero un cantaor puede cantar zarzuela o una misa rociera. Que conste que su obra es una maravilla musicalmente, pero el flamenco es otra cosa.
El director de un importante sello discográfico, aunque modesto, me decía ayer que no le interesa mucho el Grammy porque, aunque alguno de sus estupendos discos de flamenco ganara algún año uno de estos premios, no sería un buen negocio. Él graba solo flamenco clásico, cante bueno, con intérpretes que no son ni mucho menos estrellas, y tiene su mercado, de ahí que lleve años con la empresa funcionando, sin apenas apoyo y jugándose sus ahorros. Y sin presencia en los medios, o escasa, porque cuando no están con Pitingo están con la dichosa Rosalía, que este año se ha traído dos gramolitas de bocina y el año que viene le darán lo que pida. Ya veremos dentro de tres o cuatro, porque estos inventos no suelen durar mucho tiempo.
Curiosamente, muchos de los llamados aficionados cabales se han vuelto locos con la catalana y se han subido al carro del éxito de la muchacha, una cantante que no podría dar jamás un recital de cante jondo en ninguna parte sin llevar un buen técnico de sonido y alguien que le diga cómo sentarse con arte o dirigir la voz con la mano de una manera natural y no como lo hace ella, que da demasiado el cante.