De manera imprevista, el presidente del PP ha comparecido ante la prensa. De manera más que previsible, ha dicho lo que se esperaba: se trata de un problema de comunicación, de empatía, afirma Rajoy, pero en realidad, el PP no ha perdido las elecciones autonómicas y municipales del pasado domingo. Le tengo que dar la razón parcialmente, su partido ha sufrido una sangría de poder importante pero él, efectivamente, no ha perdido. ¿Por qué? Pues, sencillamente, porque Rajoy no competía. Así, lo siente y así se lo consienten sus barones y equipo directivo. A Rajoy le importa un bledo lo que le pase al PP en sus periferias, lo que de verdad le importa es ganar las elecciones generales y para eso cuenta con su armas secretas: la recuperación económica y la disgregación de la izquierda. Todo lo demás que acaece es un duro tránsito hasta la victoria final, o la derrota, pero para el inefable presidente, no hay otra manera de entender la política. En Andalucía, no perdió. Da igual si se dejaron cientos de miles de votos, si fracasó su candidato Bonilla. En las autonómicas de ahora, tampoco ha perdido, aunque haya caído su protegida de Valencia, de la que dijo que era la mejor, ni que su secretaria general Cospedal pierda igualmente, a pesar del pucherazo institucional, vía ley electoral, ni que su apuesta por Madrid, en la figura de Aguirre, haya igual caído, salvo tamayazo de última hora. Rajoy no se inmuta, ni se transmuta. No se acuerda del nombre de su candidato en Andalucía, ni se sabe el apellido de la presidenta en funciones. Incluso se permite olvidar que propuso la lista más votada, para luego encabezar el frente del no a la investidura de Díaz, que ahora recupera, observado el panel de las autonómicas y municipales. Un hombre irrepetible. A Rajoy solo le interesa la economía porque con ella cree que seguirá mandando en España, aunque sea solo para los suyos. Eso cree y para eso lo pusieron.