En todas las ciudades del mundo se pueden encontrar ratas. La existencia de roedores es casi imposible de erradicar. Pero lo que sí puede lograrse es controlar el número de ejemplares que forman esas plagas para llegar a los niveles que marca la OMS como razonables.
Aunque, desde luego, lo que no puede ser es que las ratas vivan con total impunidad en un barrio cualquiera. En este caso es céntrico y es Triana. Esas situaciones se tienen que atajar de inmediato aunque los políticos estén en plena campaña electoral. Lo que hay que hacer es destinar presupuestos suficientes para que los impuestos de los ciudadanos se dediquen a evitar plagas de ratas o cualquier otra cosa que sea necesaria o urgente o las dos cosas al mismo tiempo.
Es indignante que los comerciantes y vecinos de San Martín de Porres tengan que convivir con una plaga de roedores que campan a sus anchas por la plaza del barrio de Triana. Y, mientras, los políticos pegándose por un puñado de votos. Es vergonzoso.
Por supuesto, una plaga de ratas es un asunto que afecta directamente a la salud pública. Eso es evidente. Pero afecta o puede afectar definitivamente a la imagen de Sevilla que busca ser un destino de referencia para los turistas de todo el mundo. Pasear una ciudad y encontrarse con las ratas dando una vueltecita alrededor de una escultura no es plato de buen gusto.
Señor Espadas, haga algo. Es la única forma conocida de ganar unas elecciones. Si cumple usted son su cometido podrá tener opciones, pero viendo esto y lo que se dilata el problema en el tiempo, es para pensar muy en serio si merece la pena que repita.