Recordar...

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13 ene 2019 / 06:30 h - Actualizado: 13 ene 2019 / 06:30 h.
  • Recordar...

El Dr. Seuss, conocido escritor de libros infantiles, solía decir: "A veces no conoces el verdadero valor de un momento hasta que se convierte en memoria", tenía razón... Cuando pasa el tiempo y le das a "rebobinar" a la película de tu vida, revistes de un cariño especial ciertos momentos que, cuando sucedieron, quizás no les diste tanta importancia... A mí me ha sucedido estas navidades: el recuerdo de mi madre -en Gloria esté- cantando villancicos mientras ponía el Belén, el recuerdo de mis primeras cabalgatas, el recuerdo de los nervios mezclados con ilusión la mañana de Reyes, el recuerdo de la impaciencia por salir a la calle a estrenar los juguetes... Las navidades me siguen gustando, pero es indudable que ahora las vivo de una forma diferente.

Volver a pasar por el corazón

Mi padre siempre dice que la vida son etapas, y cada una tiene su encanto, por eso, según van pasando, te quedas con los buenos momentos, los recuerdas... Dedicar a una persona o a una circunstancia un recuerdo es un gesto muy especial, porque "recordar" viene del latín "recordari" que quiere decir "volver a pasar por el corazón"... Es curioso, llevo toda la vida pensando que recordar era cuestión del cerebro; ahora me pregunto si el corazón es la película y el cerebro el proyector o ¿tal vez haya dos tipos de recuerdos? Los recuerdos emocionales y los lógicos, porque no es lo mismo estar en el súper e intentar recordar si te hacía falta leche o pan (eso debe ser un "recuerdo lógico", porque ahí no hace falta "pasar por el corazón" nada) que estar viendo una peli romántica y acordarte de tu primer beso ("recuerdo emocional"). No, definitivamente no debe ser lo mismo. Lo que sí está claro que si "vuelves a pasar a alguien o algo por tu corazón", es decir, si lo recuerdas, le estás otorgando un valor, es importante para ti. Por eso, la próxima vez que alguien te diga "me acuerdo de ti", siéntete especial porque significará que estás en su corazón.

El valor de olvidar

Es por eso que no lo recordamos todo, porque hay cosas que merecen tener un hueco en tu corazón y otras que no. El olvido tiene su función, es una especie de "escoba emocional" que nos va liberando de aquello que ya no nos aporta y nos ayuda a hacer limpieza para dar la bienvenida a nuevos recuerdos. Igual que limpiamos la casa los findes, deberíamos realizar regularmente limpieza emocional, así el estrés, la ansiedad, los miedos estarían donde deben estar: en la basura.

Calles silenciosas

El domingo 6 de Enero, esto es, la mañana de Reyes, me levanté a buena hora para dar un paseo por las calles y ver jugar a los chiquillos (previa degustación del tradicional roscón, ¡me chifla! -sí, incluyendo la fruta escarchada-). Antes de cruzar el umbral de la casa, "volvía a pasar por mi corazón" (recordé), aquellas imágenes de mi infancia, cuando me podía pasar todo el día en la calle probando los juguetes nuevos y compartiendo ocurrencias con mis amigos... Pero una vez puse un pie fuera, sorpresa... Las calles estaban silenciosas, me dí un buen paseo y no ví ni a un niño... Me dió pena, porque aquella estampa contrastaba demasiado con mis recuerdos; sí, yo me he hecho mayor pero ¡los niños siguen siendo niños! ¿qué había pasado? reflexioné... Quizás es que ahora los Reyes vienen de otra manera, probablemente los chiquillos estarían en sus casas jugando con las tablets, consolas, smartphones... Me tomé un caramelo de menta para refrescarme las ideas porque, si bien es verdad que hay muchos juegos electrónicos que resultan prácticos e ilustrativos, aún es más cierto que no hay sustitutivo para el jugar en las calles con los amigos; sentir el aire fresquito en la cara, el sol, el relacionarte con quienes aprecias mientras disfrutas de un chocolate; el prestar el patinete mientras yo te dejo mi muñeco... Para esto, señores, es para lo que hay que hacer hueco (en las agendas y en el corazón).