En la primavera de 1984 decidimos publicar un serial en ABC con la novela Historia de una finca, de los hermanos José María y Jesús de las Cuevas. Y Mario Fuentes Aguilar fue el fotoperiodista elegido para ilustrarla. Dicho y hecho. Mario recreó personajes, viviendas, vestuarios, escenas campestres y solariegas, peinados, costumbres... Buscó los utensilios de la época... Hizo una recreación total y fidedigna del tiempo de la novela y del hábitat jerezano. En las páginas de ABC queda inscrita para siempre su tarea, su obra de arte, su entrega total para lograr el trabajo bien hecho.
Desde entonces sentimos por Mario Fuentes Aguilar unos sentimientos de amistad, de admiración, de valores humanos que solo crecieron con los años. Mario y nosotros éramos amigos.
Mario acaba de morir en su Lebrija del alma, su tierra, rodeado del amor de su esposa e hijos, y del fervor de sus amigos. Para nosotros se ha ido un hermano.
Llegaba a la redacción directamente desde su Lebrija y su rostro reflejaba la satisfacción que le embargaba. Habría su carpeta azul y ponía sobre la mesa del redactor–jefe sus fotografías. Nos decía cómo las había hecho, quiénes habían sido sus modelos, de dónde había sacado los mil y un detalles que daban carácter a la instantánea... Cada fotografía era una historia preciosa, una recreación fidedigna.
Su obra artística ha sido inmensa y valiosísima. Su archivo reúne riquezas inigualables y únicas. Ha dejado una obra que le mantendrá siempre vivo en la memoria de la sociedad. Con el paso del tiempo, su memoria será cada vez más rica y ejemplar.