Reinicio del sistema y cambio de modelo: hacia la sociedad del siglo XXI

Las respuestas de las instituciones y partidos políticos del siglo XX no se tienen ante las preguntas de un siglo XXI que necesita del acierto en una hoja de ruta que puede llevarnos a un futuro prometedor o a un páramo

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Josu Gómez josugomez78
30 may 2017 / 08:10 h - Actualizado: 30 may 2017 / 08:10 h.
"Tribuna"
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Por Josu Gómez Barrutia, Presidente de la Fundación Glocal Aram

Sin lugar a dudas vivimos tiempos de mudanza y cambio, de transformación en los ámbitos económicos, políticos y sociales de una sociedad que fruto de la metamorfosis de la denominada cuarta revolución industrial busca respuestas ante los desafíos y retos que el encaje de un planeta globalizado demanda en un tiempo diferente al que crecieron las generaciones que nos precedieron. Hoy la búsqueda de los nuevos pilares sobre los que construir la bóveda global de la convivencia y el desarrollo del bienestar humano en conexión con un mundo limitado convergen con la eclosión de las tecnologías, las nuevas industrias, el cambio climático o el transhumanismo que parece acercarnos a un tiempo soñado en el pasado y real en el presente. La colonización del espacio, la victoria frente al paso del tiempo y la muerte, la conexión entre la maquina y el ser humano, la realidad virtual y la robotización de nuestra cotidianeidad toma forma a ritmo vertiginoso en un escenario que en no más de cincuenta años cambiaría por completo la realidad que hoy conocemos.

Por ello, la ciudadanía y la sociedad en su conjunto se enfrentan a los pasos previos a un futuro ya presente que toma forma en estos tiempos de cambio en los que el éxito de la política dependerá en gran medida en la capacidad de análisis y acierto en las decisiones que las instituciones y los partidos políticos representadas en las mismas tomen. No por menos, hoy la incertidumbre o el miedo, el desasosiego o el enfado forman parte del coctel de quienes hijos del siglo XX transitamos de manera incomoda por un siglo XXI en donde los códigos no son fácilmente interpretados por quienes nacimos al abrigo de la revolución industrial o hoy vivimos en la economía 4.0.

Y es que, todo cambio y progreso, toda evolución humana a lo largo de la historia ha conllevado el choque de generaciones y de sistemas, el impacto entre la tesis y la antítesis hegeliana previa a la síntesis que ha venido a conformar las sociedades nacidas fruto de la colisión entre las sociedades que caían y las que ascendían. Es aquí y en este momento donde nos ubicamos, en los que las respuestas por parte de las instituciones y partidos políticos del siglo XX no se tienen ante las preguntas de un siglo XXI que necesita del acierto en una hoja de ruta que puede llevarnos a un futuro prometedor o a un páramo de lento recorrido.

Es aquí, donde surge la desconexión entre sociedad y gobiernos, entre ciudadanía y líderes políticos, entre quienes necesitan y demandan respuestas y decisiones que sirvan para cimentar el bienestar propio y de sus entornos y de quienes no son capaces de dar esa seguridad generando el conflicto y el enfado en las capas medias y obreras que huérfanas de brújulas políticas se afaman por encaramarse a los postulados populistas de los nuevos mesías de la política convertidos en Trump, Le Pen o Putin. No por menos, toda persona necesita ante todo en momentos de cambio, de inseguridad sentirse reconfortado por el sentimiento aun falaz de estar haciendo algo para cambiar su sino.

Por ello, hoy vivimos un fenómeno de permanente lucha contra el poder establecido y las instituciones, con un rechazo ante lo pasado y un anhelo de éxito y seguridad, de bienestar y cambio profundo que determinan hechos como la eclosión de los nuevos partidos ultras y radicales en Europa, el vencimiento de Trump en EEUU o el voto a favor del brexit en Inglaterra. Fenómenos todos ellos que convergen en el sentimiento de cambio y de ruptura ante un sistema que se ve incapaz por parte de la ciudadanía de hacer frente a este tiempo difícil y complicado.

En definitiva, quedará por ver hacía donde nos lleva este nuevo tiempo, si al acierto de quienes herederos del siglo XX son capaces de interpretar la realidad del XXI o la desaparición de estos con la eclosión como en Francia de nuevos fenómenos transversales como Macron capaces de analizar desde otra óptica la nueva realidad. El tiempo lo dirá pero, mientras, se aglutina el trabajo en países como España, en donde la superación del marco de la transición tiene y debe producirse a través de una apuesta de reconfiguración de un país más federal, en donde debates como el de la correcta división de poderes sea una realidad o la reconfiguración del modelo económico y universitario un hecho. Un país, el nuestro, que al igual que el resto del planeta deberá dar respuesta a los fenómenos de la economía 4.0, la robotización, el cambio climático , el desarrollo sostenible o la nueva gestión de lo público en procesos de despoblación y concentración en el que hoy nos vemos inmersos. Una aventura como diría Shackleton que asegura un viaje peligroso con oscuridad y peligro constante.