Respeto y justicia a nuestros
mayores y pensionistas
Las dificultades transitorias por la que atraviesa el sistema público de pensiones tienen solución si se adoptan medidas estructurales que garanticen mayores ingresos y se dejan de bonificar o financiar otras políticas que no tienen que ver con las pensiones
En los últimos meses se han recrudecido los ataques encubiertos al sistema público de pensiones tratando de convencer a la ciudadanía sobre la inviabilidad en el futuro inmediato del pago de las pensiones, lo que está provocando que los trabajadores jubilados vivan en una continua zozobra, toda vez que lo que perciben los abuelos y abuelas suponen de hecho el único ingreso para miles de familias.
Al mismo tiempo lanzan el mensaje a los trabajadores más jóvenes para que se aseguren un plan privado ante el incierto futuro de las pensiones públicas, en un descarado ejercicio de cinismo que solo pretende engordar la cuenta de resultados de las entidades financieras.
Por enésima vez vuelven a mentir los agoreros que año tras año certifican el fin del sistema público y el impago de las pensiones; mientras que una y otra vez se certifica, muy a su pesar, que no se trata más que de una patraña que hasta ahora no les ha permitido salirse con la suya. Así hemos comprobado como los jubilados, en muchos casos tras haber cotizado durante décadas con una parte de sus nóminas a la Seguridad Social, continúan percibiendo su merecida pensión. Lamentablemente otros y otras pensionistas al fallecer en edad temprana ni siquiera pudieron disfrutar de tan merecido esfuerzo.
Los políticos de la derecha y sus asesores económicos no dicen nunca que durante muchos años el superávit de la Seguridad Social tapó otros muchos agujeros de la Administración -a veces de tapadillo o sin conocimiento público- y que si esto no se hubiese hecho los fondos alcanzarían hoy cientos de miles de millones de euros.
La verdad es que no les ha interesado decir que las dificultades transitorias por la que atraviesa en estos momentos el sistema público de pensiones tienen solución si se adoptan fundamentalmente medidas estructurales que garanticen mayores ingresos, al tiempo que se dejan de bonificar o financiar otras políticas que nada tienen que ver con las pensiones, como hasta el momento viene ocurriendo. Igualmente resulta imprescindible crear empleo digno y con salarios decentes que permitan elevar el nivel de las cotizaciones sociales y en consecuencia mayores ingresos para el sistema.
Para ello y en el marco del pacto de Toledo es necesario alcanzar un alto grado de consenso político y social, recuperando medidas abandonadas unilateralmente por el presidente del Gobierno y revirtiendo otras que no han hecho más que poner en riesgo al sistema, entre ellas la que permite que las pensiones no pierdan nuevamente poder adquisitivo, una senda que nunca debimos abandonar.
Por lo que estamos viendo, lejos de avanzar en este tipo de medidas, la ministra Sra. Bañez, para tranquilizar -o quizás frenar- los ánimos, se limita a prometer que no habrá problemas en el cobro de las pensiones. Al tiempo que esto ocurre se rescatan las autopistas por más de 4,500 millones de euros, o como anteriormente se hizo financiando el fraude de la banca, amnistiando el fraude fiscal o haciendo la vista gorda con los depósitos existentes en los paraísos fiscales.
Que nadie pues deje engañarse, las pensiones contributivas son perfectamente sostenibles y las no contributivas deben garantizarse en todo caso a través de los Presupuestos Generales del Estado, en una política que ha de priorizar la atención a los sectores de la población más necesitados, evitando continuar primando a los de arriba mientras se castiga aún más a los de abajo.
La tan cacareada recuperación económica tiene que tener efectos visibles e inmediatos en el conjunto de la sociedad; los trabajadores y trabajadoras tienen que recuperar la estabilidad en el empleo y unos salarios dignos, la protección social ha de situarse en niveles similares a los de nuestro entorno y dentro de ello, las pensiones de nuestros mayores han de estar a la altura de quienes se merecen todo el respeto y reconocimiento social. Sólo así podremos decir que la salida de la crisis es real, aunque todo apunta que para conseguirlo, hoy como antes, será necesario continuar peleando por ello.