Retazos estivales

Para cerrar la temporada nos acordamos de los distintos frentes que tiene abiertos la Comunidad Internacional y a las cuestiones de fondos importantes que afrontamos en la política de nuestro país durante el verano

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13 jul 2018 / 21:34 h - Actualizado: 13 jul 2018 / 21:37 h.

Mientras una parte de España se encuentra de vacaciones y otra prepara las maletas, la mayoría invisible, los de siempre, tendrán que resignarse un año más y privarse de tan merecido asueto. Cosas de la injusta desigualdad, que continúa haciendo estragos. Es momento también para que nosotros cerremos nuestra colaboración esta temporada con este imprescindible medio de comunicación sevillano que desde hace años nos acoge y con el que siempre nos hemos sentido comprometidos –con el medio y con sus trabajadores y trabajadoras– en su permanente esfuerzo por seguir presente en la vida de nuestra provincia.

Nos ausentamos recordando que la llamada Comunidad Internacional mantiene mayoritariamente abandonada a su suerte a nuestro pueblo hermano del Sahara y se muestra acogotada ante el ultraje a Palestina que dura ya setenta años.

No olvidamos tampoco cómo las históricas ínfulas imperiales de EEUU, ahora exacerbadas con Trump al frente, muestran su peor cara reactivando en los cuatro puntos cardinales de Latinoamérica la odiosa Doctrina Monroe, ya sea ejerciendo presiones políticas y/o económicas, alentando golpes judiciales blandos o, llegado el caso, jaleando y aplaudiendo acciones violentas. En cualquier caso no lo tendrá nada fácil en lo que siempre consideraron su patio trasero y, nos atrevemos a afirmar, que yerran quienes parten de la idea de la existencia de un cambio de ciclo en la región o señalan ahora a México como una excepción.

El espectacular avance de Petro en Colombia, el montaje judicial contra Lula en Brasil para apartarlo de la carrera electoral, la arremetida reciente contra Correa en Ecuador o la creciente ola de movilizaciones contra las recuperadas políticas neoliberales, ponen de manifiesto no solo el temor de las elites por perder el poder, sino la imparable fortaleza de los movimientos sociales del área, a los que cada vez tienen más difícil frenar y silenciar.

Tomamos nota de que esa política de Trump respecto de Latinoamérica, Oriente Medio o el Norte de África, así como en otras zonas del mundo, no es algo aislado. Por el contrario, forma parte de un todo que tiene mucha relación con una visión excluyente, egoísta, hegemónica y contraria a la multilateralidad; incapaz de asumir que los problemas de la humanidad –por supuesto también los de sus propios ciudadanos– solo pueden afrontarse desde la cooperación y el respeto a la legalidad internacional.

Lejos de ello, abandona la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, la UNESCO, el Acuerdo de París sobre Cambio Climático, rompe el Acuerdo Nuclear con Irán, endurece el inhumano y cruel Bloqueo contra Cuba –desandando y arruinando el camino emprendido para la normalización de las relaciones bilaterales–; o cómo a pasos agigantados deteriora sus relaciones, tanto en terreno económico como militar, con los que hasta ahora se consideraban aliados, en la OTAN y en la OCM, que amenaza con abandonar tras la espiral de proteccionismo económico puesta en marcha con la imposición de elevados aranceles.

Recordamos también la salvaje y monstruosa política migratoria que impulsa y lleva a cabo. La separación de los niños de sus padres, si bien tiene antecedentes históricos en EEUU, se hace insoportable en el siglo XXI y muestra ante nuestros ojos la brutalidad de quienes luego tienen el cinismo de reclamarse como los abanderados de los derechos humanos. Grave, muy grave, es que Europa esté en esta materia cada vez más alineada con esa forma de abordar el problema de los flujos migratorios, sucumbiendo a las presiones internas más reaccionarias que son ya mayoritarias en varios países europeos. Una tragedia que atenta contra los mejores principios y valores de nuestro continente y que puede suponer la puntilla del tambaleante proyecto europeo.

En nuestro país, la breve ausencia en estas páginas de nuestra colaboración viene a coincidir con el corto periodo de tiempo desde el triunfo de la moción de censura de Pedro Sánchez, y con un gobierno que tiene la obligación de no empacharse y saber priorizar las cosas que son urgentes y posibles de implementar hasta que finalice la presente legislatura, evitando frustraciones y sentando las bases para abordar en un futuro cercano nuevas metas y objetivos. Ahora, eso sí, nos referimos a cuestiones de fondo y para nada a las igualmente frustrantes medidas gesticulares o cosméticas.

Algo que ha de hacer –aunque, por razones obvias, no exclusivamente– fundamentalmente con el apoyo parlamentario de la izquierda política, buscando el concurso y la complicidad de las fuerzas sociales. Un error de bulto sería obsesionarse con la exclusividad del espacio de la izquierda, no solo porque se trate de una quimera sino, porque sufriría un desgaste innecesario que lo debilitaría a él y a la izquierda en su conjunto, daría alas a la derecha y arruinaría las esperanzas depositadas por la mayoría social en este nuevo tiempo.

Igual de necesario es que Podemos, IU y las confluencias contribuyan a ensanchar los espacios de la izquierda, a ofrecer y hacer visibles –desde una oposición crítica y al mismo tiempo útil– alternativas que son indispensables para mejorar la vida de las personas; sin complejos de muleta o pepito grillo y sin dejarse arrastrar por quienes desde fuera –la derecha pondrá mucho empeño en ello– pero también desde dentro, tratarán de torpedear una colaboración que no será fácil pero sí extraordinariamente necesaria.

Estamos convencidos de que poniendo en valor esta forma de proceder obtendrán el respaldo político, social y electoral que merecen. Mientras tanto, les animamos a culminar con éxito el proceso de confluencia en el que se encuentran inmersos, haciendo comprensibles para la ciudadanía las motivaciones que les inspiran y superando visiones exclusivamente centradas en el terreno electoral que empobrecerían el alcance que requiere un proyecto de esa naturaleza.

Cerramos temporada con el convencimiento de que la revolución de las mujeres ha removido profundamente los cimientos de nuestra sociedad y con la certeza de que aunque el camino todavía sea largo es ya irreversible. Con ellas seguiremos haciendo el camino; al igual que lo haremos con quienes han situado en primer plano la lucha contra la precariedad laboral, la defensa de los servicios públicos y del sistema de pensiones. En todo caso la movilización social continuará siendo fundamental para contrarrestar la presión que ejercerá la derecha y para alertar sobre posibles errores en la acción del gobierno de Sánchez.

En la derecha, dejamos al Partido Popular desalojado del gobierno y en los juzgados, aquejado de graves problemas de corrupción; inmerso en una batalla interna que lo ha abierto en canal y que ha puesto al descubierto muchas de sus debilidades hasta ahora tapadas por los sucesivos dedazos de sus progenitores. Y a Ciudadanos atrapado en un sueño que no acaba de ser del todo plácido y en el que Rivera ha pasado en solo unas horas de sentirse como el presidente del gobierno in péctore, a aspirante a jefe de la oposición. Pero por lo que estamos viendo, ni una cosa ni la otra.

No obstante, que nadie se equivoque porque, tras las elecciones generales, si la derecha suma no dudará en ponerse de acuerdo. Otra cosa distinta serán las elecciones autonómicas y municipales en las que operan otros registros que deberá llevar a la izquierda a estar muy atenta, para evitar pactos más cómodos que quiebren las políticas favorables a la mayoría social.

Hablando de elecciones municipales y del alcalde Espadas... Del alcalde Espadas, hablaremos cuando pase la caló. ~