Leo sobre la marcha titulada Rocío: “La marcha -dedicada a la Virgen del Rocío de Almonte (Huelva) y escrita por Manuel Ruiz Vidriet- no está documentalmente fechada, aunque debe estar compuesta a mediados de los años 20 (a veces ha aparecido como de 1928, si bien la primera referencia documental que tenemos a día de hoy sobre su interpretación en Sevilla data de 1934). Está basada en la canción "Peregrina" de Ricardo Palmerín (1923) y contiene un fragmento de la popular obra de Joaquín Turina "La Procesión del Rocío" (1912)”.
Lo de “está basada” es un recurrente eufemismo para no afirmar que su parte más conocida y conmovedora está copiada del bolero mexicano Peregrina. Si se constata que “contiene un fragmento de la popular obra de Joaquín Turina "La Procesión del Rocío" (1912)” también hay que decir que contiene un fragmento de Peregrina con lo cual la marcha se queda prácticamente en nada. Flaco favor que se le ha hecho entonces a su destinataria, la Virgen del Rocío.
En 1999 me encontraba en una de mis estancias académicas en Mérida (Yucatán, México). Creo que fue comiendo, en el hotel, o simplemente por la calle –las noches yucatecas de Mérida son deliciosas- cuando un trío de cantantes empezó a interpretar un bolero que me provocó un vuelco en el corazón. Para mí aquello era una marcha que escuché desde niño en la Semana Santa de Sevilla. Le pregunté a un colega de la Universidad Autónoma de Yucatán y me explicó que se trataba del tema Peregrina que estaba inspirado en una historia de amor entre una periodista norteamericana y un político mexicano, de allí mismo, de Yucatán.
La historia resultó ser fascinante. Al día siguiente busqué un CD con Peregrina y me lo traje a Sevilla para unir más aún a México con España y dejar en el poso de mis recuerdos aquel instante en que, gracias a dos melodías, la Mérida mexicana y Sevilla se besaron.
El profesor estadounidense Michael K. Schuessler nos narra lo siguiente: “La Peregrina” fue compuesta por Luis Rosado Vega (letra) y Ricardo Palmerín (música) en el verano de 1923, a petición del flamante gobernador socialista de Yucatán, Felipe Carrillo Puerto, el “Dragón Rojo con Ojos de Jade”, quien se enamoró de la joven periodista Alma Reed (San Francisco, 1889-Ciudad de México,1996) cuando la conoció en una recepción que brindó a los recién llegados “yucatólogos”, el día de San Valentín de ese mismo año. Habían viajado a Mérida para llevar a cabo una excavación arqueológica de la antigua ciudad maya de Chichén Itzá, en aquel entonces propiedad del cónsul norteamericano en Yucatán, Edward Thompson; Alma fue enviada por la revista dominical del New York Times para cubrir sus actividades. La canción, originalmente una “danza” al estilo cubano, fue transformada después en un bolero que aún forma parte del repertorio de muchos tríos mexicanos. Nació una tarde cuando a Alma la acompañaban en una calesa el propio Gobernador y otros dignatarios, incluyendo al poeta yucateco, Luis Rosado Vega”.
A continuación Schuessler añade: “Durante mis investigaciones sobre Alma Reed y Felipe Carrillo Puerto, tuve la fortuna de encontrar una carta titulada “La única y verdadera historia de La peregrina”, fechada en mayo de 1951, que el compositor le había enviado a Ramón Ríos Franco, en aquel entonces director de La revista ilustrada. En ella, su autor narra que Reed, Carrillo Puerto y el poeta iban juntos en una calesa, de camino a una cena, durante una cálida tarde de verano en Mérida, en la que recién había llovido y, de acuerdo con el poeta:
“...se sentía tan embalsamado el ambiente que Alma Reed, de manera espontánea e involuntaria, aspiró profundamente y dijo:
— ¡Ay, cómo huele!...
Yo le contesté en seguida, con una galantería que cualquier hombre hubiera tenido para una mujer tan bella como era Alma:
— Sí, todo perfuma porque usted está pasando...
Felipe, al punto, me advirtió:
— Eso se lo vas a decir en unos versos.
Y desde luego mi respuesta fue aceptar el compromiso:
— Se lo diré en una canción.
Carrillo Puerto me replicó:
— Te tomo la palabra.”
Era increíble, el amor terrenal unido al amor religioso de la Virgen del Rocío, a fin de cuentas estamos hablando de dos mujeres unidas por un mismo deseo: la verdad. Los católicos afirman que esa verdad –que para ellos es la Verdad- está representada por la Virgen del Rocío y los periodistas tienen como misión buscar también la verdad, esa verdad tan difícil de hallar en nuestro mundo.
Alma Reed no sólo demostró su amor sentimental hacia Felipe Carrillo Puerto sino que también desarrolló una vida de amor al prójimo, sobre todo hacia los mexicanos inmigrantes en su país, Estados Unidos. Reed estudió la carrera de trabajadora social en la Universidad de California. Adquirió renombre cuando intervino a través de la prensa para salvarle la vida a un joven mexicano, menor de edad, acusado de homicidio y condenado a muerte, una acción que sirvió para que la legislatura californiana emitiera una ley prohibiendo las condenas a muerte de los menores de edad.
Trabajó en Nueva York y en Chicago y tras la Segunda Guerra Mundial se centró en escribir sobre México. Dicen que su historia de amor con el caudillo revolucionario Carrillo Puerto no se hubiera terminado si no llega a ser porque el líder yucateco fue asesinado en 1924 a manos de partidarios del presidente y militar Felipe Adolfo de la Huerta Marcor. En 1954 Alma se estableció en Ciudad de México donde murió en 1966. Por su expreso deseo, sus cenizas fueron trasladas a Mérida (Yucatán) donde descansan frente a la tumba del gobernador revolucionario Felipe Carrillo Puerto.
Todo lo anterior y mucho más, encerrado en las notas de una marcha religiosa que llevo escuchando toda mi vida.