Cualquier habitante del planeta Tierra que tenga repentino interés por la palabra Sabadell hará una búsqueda en internet y descubrirá a bote pronto que Sabadell es un municipio de la provincia de Barcelona con 200.000 residentes censados. Y también conocerá que la institución de dimensión internacional que ha conferido al nombre Sabadell reputación de marca cosmopolita ha decidido trasladar su sede social y fiscal a la capital de la provincia de Alicante, de la Comunidad Valenciana. Para proteger el porvenir de la entidad y de todos sus clientes. Hacen falta varias lecciones de geografía, historia y economía para explicarle a los congéneres de las antípodas qué sucede en Sabadell (Barcelona) para que a partir de ahora exista Sabadell (Alicante).
Sabadell fue el emporio de la industria textil en España durante la segunda mitad del siglo XIX y los dos primeros tercios del siglo XX. En 1881 fue fundado el Banco de Sabadell por impulso de industriales y comerciales locales. Tenían a su favor no solo sus méritos sino una regulación del mercado nacional que favorecía las ventas del tejido fabricado en Cataluña. Cuando empezó a globalizarse y externalizarse el mundo de las telas y las ropas, Sabadell tuvo que reconvertirse hacia el sector servicios. Y en una ciudad con fuerte implantación obrera y emigrante, ese proceso coincidió con el final del franquismo, la crisis económica, la conquista de los derechos y libertades, y el cambio de mentalidad para transformar el urbanismo emulando a la Europa más avanzada. Ese cuádruple desafío de modernización lo encabezó como alcalde durante veinte años, de 1979 a 1999, ganando las primeras cinco elecciones municipales, Antoni Farres, militante del PSUC. El partido comunista que había sido, desde la clandestinidad, la principal oposición al franquismo en Cataluña durante los años setenta, y jugó un papel importante en fraguar la democracia y el orden constitucional. Jordi Solé Tura fue uno de los siete redactores de la Carta Magna.
En paralelo, y siendo dirigido con dinámica metropolitana en la conurbación barcelonesa, el crecimiento del Banco Sabadell, que ya es uno de los cinco grandes del sector financiero nacional, ha ido en paralelo a absorber bancos españoles como el Atlántico, el Urquijo, el Asturias, el Guipuzcoano, el Gallego y la Caja de Ahorros del Mediterráneo (alicantina). E incluso bancos norteamericanos como el Mellon. Dentro del accionariado del Sabadell tiene un papel relevante la familia Lara, de origen sevillano, fundadora y al frente del Grupo Planeta, que catapultó la posición de Cataluña como bastión a nivel mundial de la producción de libros en español. El volumen de negocio en Andalucía del Sabadell ascendía ya a mediados del presente año a 14.573 millones de euros. Recientemente, ha ganado el concurso convocado por el Ayuntamiento de Sevilla para suscribir un préstamo de 18 millones de euros que se utilizarán en inversiones de mejora en instalaciones y equipamientos urbanos. De los once bancos que se presentaron, es el que ofreció las condiciones crediticias más favorables para las arcas públicas hispalenses. A diez años, con el primero de carencia, sin comisiones, y con un interés fijo del 0,58 por ciento.
El Sabadell político de hoy tiene de alcalde a un dirigente de la antisistema CUP. Y su equipo de gobierno le paga a un historiador secesionista para que elabore un informe con el fin de proponer eliminar del nomenclator de las calles a personajes que puedan ser acusados de anticatalanistas, e incluye en la lista a grandes figuras de la cultura y de la crítica al poder (español) como Quevedo, Goya, Larra, Bécquer y Antonio Machado. Si ese es el nivel intelectual que están sembrando con su proselitismo de ínfulas revolucionarias, van a convertir muchos municipios catalanes en fábricas de ignorantes y van a hundir la capacitación de los jóvenes.
La CUP no solo aboga por desconectar a Cataluña del resto de España, sino también por renunciar al euro como su moneda. Forma parte de una alianza de partidos, asociaciones y entidades que, con el uso sectario de las subvenciones por parte de la Administración autonómica, han penetrado en todos los ámbitos de la sociedad catalana (sindicales, escolares, universitarios, periodísticos, gremiales, deportivos...) para imponerles una identidad reduccionista al resto de catalanes. Y conculcar la falacia de que van a ser muy prósperos si se declaran independientes. Cuando, en realidad, vivimos la época de la Historia con mayor grado de interdependencia.
No puede pasar ni un día más sin que la inmensa mayoría de los catalanes aprendan a distinguir entre los políticos, alcaldes, obreros, empresarios, banqueros, educadores y periodistas que han sido capaces de construir una sociedad avanzada, y los que solo saben adquirir protagonismo mediante su destrucción. En Sabadell, llamada antaño la ciudad lanera, deben recordar con urgencia que para convivir y prosperar no es lo mismo tejer que destejer.