El gran Chumy Chumez hizo una viñeta que decía: «Mi hija es muy graciosa, porque cuando le echa arena en los ojos a los demás en la playa me río mucho. Y sin embargo cuando otros niños me la echan a mí... no me río». Como anillo al dedo viene la viñeta al humor del independentismo catalán.
Los de la estelada se mean encima, de la gracia y el ange de gente como Toni Albá, que escribe descojonantes poemas satíricos donde termina llamando a Inés Arrimadas «mala puta». No menos graciosos fueron su tuits contra la jueza Lamela y otro que compara al Estado español con Estado Islámico.
Igualmente gracioso es el ex de La Trinca, Josep María Mainat, que hizo gala de su gran humor en Twitter al escribir: «Me cago en el reino de España, su justicia y en su puto Borbón». Como ven, gracia y ange en estado puro, aplaudidos por las hordas separatistas.
Pero héteme aquí que los defensores de tan particular humor se han indignado porque una chirigota de Cádiz, esos homínidos del sur que vivimos gracias al cheque mensual que nos mandan desde Cataluña, ha sacado en escena a varios personajes, incluido un Puigdemont, a la espera de pasar por las manos de un verdugo medieval.
Más allá del acierto o no de los chirigoteros, si no quieres bromas, no las gastes. Descojone con los demás, vale, pero no con los nens, eh, cullons. Pues nada, gran Venta del Nabo.
Y al fin y al cabo, la chirigota dejó la suerte de Puigdemont en manos del pueblo. ¿Y no es eso en lo que se basa el Procés? Pues Agua y Ajo. ~