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San Ramón

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01 sep 2018 / 22:06 h - Actualizado: 01 sep 2018 / 22:07 h.

El pasado viernes fue mi santo, San Ramón Nonato. Felicidades atrasadas. Gracias. Nació en 1200, al nacer murió su madre, de ahí le viene ser patrón de parturientas y parteras, las matronas, vamos, porque a mí me trajo al mundo doña Asunción, en un lugar del barrio de San Vicente que ya no existe. Ahora hay matronas y matronos pero ejercen en los hospitales, por regla general.

Los partos en tiempos de San Ramón y posteriores no eran como los de ahora que no digo que sean un paseo, no, yo no quisiera ser mujer para no pasar por ese proceso del parto y postparto, no me extraña que haya que tener bemoles para quedarse embarazada y que algunas oculten su miedo a sufrir con eso de la posmodernidad y el feminismo y sustituyan la maternidad por la nada, una mascota o la compra de un hijo, una palabra tan fea que la hemos sustituido por la de adopción pero en países de América Latina y de otros continentes la adopción es un negocio en toda regla. Ah, y que los empresarios tomen nota, que mucho defender el catolicismo pero con tantas horas de trabajo y tanta precariedad quién va a querer acordarse de San Ramón.

San Ramón no tenía necesidad de hacer lo que hizo en la vida porque era de cuna noble y catalán. Nació en Portell, cerca de Barcelona, y en lugar de dedicarse a quitar lazos amarillos o a llamar facha a todo el que no pensara en una Cataluña independiente se largó a Argel a liberar presos cristianos en manos islamistas. Si San Ramón llega a nacer unos pocos siglos después a lo mejor hubiera liberado a Cervantes. Se tomó en serio su trabajo y todo el que se toma en serio un trabajo donde el poder esté por medio se lo pasa muy mal. Liberó y predicó y debía tener buena labia porque convirtió a algunos islámicos al catolicismo. Dicen que el poder islámico mandó clavarle un candado en la boca, algo que sin duda se habrán inventado las mentes xenófobas españolas porque ya se sabe que todo negrito islámico que llega a España es bueno por naturaleza. No sé quién me ha dicho que el gobierno actual, tan solidario, va a inaugurar casi 300.000 semáforos para darles trabajo a estas personas. Detallazo y gran estímulo para la industria del pañuelo desechable y los ambientadores.

Si a San Ramón le clavaron un candado en la boca para que se callara de una vez, ahora a muchos curas habría que implantarles un cinturón de castidad cuya llave la custodiara directamente el Papa, a ver si podemos ir arreglando esto de las partes bajas con las que tanta relación tiene mi santo