Santa Ángela de la Cruz

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04 nov 2017 / 22:53 h - Actualizado: 04 nov 2017 / 22:56 h.
"La trastienda hispalense"

Nunca olvidaré aquel día que, de la mano de mi amigo, Manolo Gordo, visité el gran paraíso de humildad que las hermanas de la Cruz cuidan como oro en paño en torno a la figura de la Santa fundadora de su congregación... Es por ello, por lo que hoy me uno a las muchas celebraciones en su recuerdo, con este poema que, desde aquel día, guardan con celo las hermanitas sevillanas, dedicado a la Madre Fundadora.

La que nació en la plazuela de Santa Lucía, con el sol en su cara, niña morena y Angelita llamaron todos, desde aquel día en que Josefa González La lavandera, la parió con bendita sevillanía entre alegres sonrisas de corraleras. La que jugaba, en la plaza del Beaterio, a la comba, entre puertas glorificadas, con el Padre y el Hijo en el gran Misterio del Espíritu Santo que fue el Imperio de la fe de su infancia divinizada. La que fue magistral en el duende de su oficio, con la magia chapinera y artesana que trenzaba en sus cabellos el silicio de penar con el dolor y el sacrificio por los pobres de su tierra sevillana.

Ya lo dicen sus Papeles de Conciencia, escritos con madera mística de sabiduría, hay que ser pobre y predicar la pobreza entre los pobres para curar sus flaquezas, poniendo en sus manos, la Cruz del Mesías. La Cruz con la que instituyó su Compañía de la Cruz con hermanitas sevillanas que Madre Angelita, a la Virgen María, nombró Superiora de la Eucaristía del pan y del vino que Cristo proclama, la Sangre y el Cuerpo de Cristo que llama en la puerta del pobre y en la del anciano, en la del impedido y en la del doliente, en la del moribundo y el abandonado, en la del huérfano y el necesitado y en la del incrédulo indiferente.

En todas las puertas crujió la madera, al son de misericordia de los aldabones, y toda Sevilla besó la bandera que Madre Angelita bordó en las aceras de calles y plazas, con hilos de amores... En todas las puertas, llamaron sus manos, abriendo caminos, su esparto andariego, cristiana de casta de amor sevillano y eterna devota de aquel Dios Gitano que errante arrastraba la Cruz de los Cielos. Nómada misionera, cual Santa andarina de incansables alpargatas con la Salud de Jesús a su vera y eterno en su vida, bajo palio de fraternas bambalinas con Santa Justa y Rufina, y el cielo azul.

Dime Giralda... ¿Quién es esa guapa mujer peregrina que alegre camina, sembrando su Luz? Dime Giralda, dímelo tú... Esa mujer tan sencilla que es gloria infinita y todos conocen por su gratitud será eternamente la «Madre Angelita» como llama Sevilla a nuestra Santa bendita, Sor Ángela de la Cruz.