Santa Catalina

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24 nov 2018 / 11:42 h - Actualizado: 24 nov 2018 / 11:43 h.

Hay una generación que ya alcanza la edad adulta que no tiene memoria propia del templo de Santa Catalina. No conocen más allá de lo que ven o contemplan en los vídeos o en contadas fotografíass. Todo lo que encontrarán les sabrá a nuevo, pero llevaba ahí muchos siglos. La iglesia fernandina ha sobrevivido a varios intentos de demolición a lo largo de su historia, a pretendidas políticas progresistas de ensanche -no hay nada bajo el sol- y hasta al abandono de estas obras que, final y felizmente, se han visto coronadas con una reapertura que llegó a antojarse imposible.

La vieja parroquia de Santa Catalina es más, muchísimo más que la sede canónica de una de las cofradías fundamentales de la Semana Santa eterna o de algunas de las más clásicas corporaciones de gloria. Basta contemplar su fachada para encontrar, obrando de inmenso relicario, la antigua portada de otra iglesia que sobrevivió a su abandono: el templo desacralizado y desarbolado de Santa Lucía.

Pero Santa Catalina ya está abierta. Las imágenes recuperan el abrigo de sus altares y el Santísimo Sacramento volverá a enseñorearse del templo, reservado en el impresionante joyel barroco de su capilla sacramental. Sólo queda esperar -como así parece- que todo vuelva a su lugar rescatando esa memoria inmaterial que fue pulverizada en las restauraciones de otros templos reinterpretados y despojados de algunas de sus claves históricas; hasta de tramos completos de su historia material. Podríamos poner aquí la larga lista, pero seguramente no hace falta. ¿Le importa a alguien?