El BOJA (Boletín Oficial de la Junta de Andalucía) publicó ayer la convocatoria para cubrir mediante concurso público el puesto de director del Instituto Andaluz del Flamenco. Exigen tantos requisitos que se podría llegar antes con más facilidad a ser presidente del Gobierno, que a cubrir este atractivo puesto, cuyos directores fueron elegidos siempre a dedo y fuera de compás. Curiosamente, y a pesar de la convocatoria pública de la Junta, se habla ya en los mentideros flamencos de que pudiera ser elegido Cristóbal Ortega, el que fuera director de la Bienal de Flamenco antes del nombramiento de Antonio Zoido Naranjo, puesto también a dedo. Lo del nuevo director sería mediante un traje a medida, según los pajaritos flamencos que pululan por las redes sociales, algo que cuesta creer porque los de PP hablaban de regeneración democrática y lo del traje a medida tiene poco de democrático, esa es la verdad. La convocatoria exige un mínimo de diez años de experiencia en la dirección y gestión de actividades y proyectos culturales de relevancia en materia de flamenco, entendiendo comprendidos la producción, promoción, difusión y recuperación, gestión y contratación de espectáculos, conservación y archivo, composición, creación e interpretación, formación e investigación. Todo esto, al margen de titulaciones universitarias, premios, etc. Vamos, lo que no le exigen ni a un ministro. No piden el certificado de estudios primarios, luego hasta yo podría aspirar al puesto si tuviera todo lo demás, que no lo tengo porque ando de papeles peor que una liebre. La Junta busca a un superhombre flamenco, un fenómeno, alguien sin gracia, duende y compás, pero con papeles para parar un barco. Que hable inglés, claro, al menos el nivel B2, que es el que tenían Chano Lobato y Beni de Cádiz, que en paz descansen. ¿Y no es mejor enchufar a alguien, como se ha hecho siempre en la Junta, que exigir tantos requisitos en un arte donde se nace ya genio sin necesidad de ir al colegio? Es solo una sugerencia, ¿vale?