Sección congelados

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12 abr 2016 / 19:53 h - Actualizado: 12 abr 2016 / 19:59 h.

Hoy en Mercadona está de oferta la pechuga de pollo fileteada y hay una epidemia de desamor. Mientras juguetea con los envases de prueba de la sección de perfumería, una mujer de gesto grave habla a través de un móvil que sujeta en precario entre el hombro y la mejilla. «Pero tío, por quién me tomas. Déjame en paz, anda. Haciendo la compra. No. En el Carrefour. Ni se te ocurra, no vengas».

Frente al expositor frigorífico de los lácteos, una joven cuidadora con una mochila de Bob Esponja a la espalda, dibuja en el aire una colleja que pierde reprís a medio camino y apenas alcanza a rozar la nuca rubia de un varón vestido con el uniforme de los padres claretianos. «Estate quieto, Jaime, no toques o se lo diré a tu mamá», recita, sujetando al crío para impedir que hunda los dedos en la tarrina de Tulipán que acaba de abrir.

En la pescadería, una madre detiene el carrito en el que duerme un recién nacido, y le lee a su amiga el texto que aparece en la pantalla luminosa de su teléfono. «Por esta mi sentencia impongo a Javier Pérez el pago de 200 euros mensuales en concepto de pensión de alimentos de su hijo Javier, habido con la demandante, y asimismo resuelvo que el menor permanezca bajo la guarda y custodia de la madre en tanto bla, bla, bla...».

Desde la caja número 4, la señorita Nadia del Arroyo detiene su mirada de hielo en la fila, donde una pareja de ancianos desgarbados y huesudos discuten a voces acerca del insatisfactorio contenido de su carrito común, al tiempo que pasa mi compra por el lector de códigos de barras a la mismita velocidad de la luz.