Seculares y regulares

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16 mar 2019 / 09:55 h - Actualizado: 16 mar 2019 / 09:42 h.
  • Seculares y regulares

Había un paso resplandeciente, una banda de campanillas, capataces de prestigio, una tropa dispuesta de costaleros, una comunidad de frailes aplaudiendo el empeño y hasta un hermano mayor vestido de estameña marrón que no podía atisbar que el aire acabaría dando la vuelta. ¿Se habían pasado de frenada? Las declaraciones previas del cura Marcelino y hasta del mismísimo presidente del Consejo empezaron a llenar el horizonte de nubarrones. Daba la impresión que se había vendido la piel del oso antes de cazarlo mientras se torcía el gesto en los despachos más encopetados.

El caso es que el impresionante y redescubierto crucificado de Montañés no se verá –por ahora- izado en ese trono dorado ni cruzando las calles del centro en una fecha tan a contrapelo para la logística y organización de la Semana Santa –la que va de Ramos a Pascuas- como es el Sábado de Pasión. No quería el arzobispo; tampoco lo veía el Consejo y lo desaprobó el Cecop que, al fin y al cabo, se ha convertido en el definitivo guardagujas de la compleja cocina de la mayor fiesta de Sevilla.

El lance, de alguna manera, refresca las fías y porfías entre el clero regular y el diocesano. Los frailes, es sabido, deben obediencia a sus provinciales; éstos a sus generales y los últimos, tan sólo al mismísimo Papa de Roma. Los recelos no son nuevos. Pero la desautorización al padre Dobado tirando de las atribuciones que reservan a la mitra la tutela del culto público es tan sonora que no deja de ser un trasunto de otros tiempos en los que regulares y seculares andaban a la gresca. Conviene hacer un poco de historia: las hermandades nacieron al amparo de conventos y la Semana Santa se fundó en los viejos cenobios. Las sucesivas desamortizaciones y exclaustraciones llevaron las imágenes a las parroquias y, de paso, a la batuta de los arzobispos. El golpe de báculo, de alguna manera, ha querido recordar quién manda aquí. Vaya trago.