La proyección coincidió con la primera cuaresma sevillana que vivió aquel estudiante, prácticamente recién llegado a la ciudad que pronto haría suya. Había escuchado historias de focos y cámaras, hasta de un helicóptero que revolucionó alguna madrugada anterior. También pudo comprobar el gran revuelo montado cuando la cartelera de aquellos añorados cines céntricos anunció –con esas letras inconfundibles que ya pertenecen a la memoria de esos años- una película que se titulaba, simple y llanamente, Semana Santa.
Pronto llegó su comercialización en formato VHS. Las cintas permitieron contemplar esa obra redonda, una y mil veces hasta memorizar el último de sus detalles. Han pasado 27 años y el productor Juan Lebrón anuncia una reedición cinematográfica de su ‘Semana Santa’. Se trata de un retrato casi onírico que ya pertenece a una generación de sevillanos y capillitas que dejaron de ser tan jóvenes. La sucesión de planos y secuencias retrata la celebración no como es, sino como la recordamos y atesoramos en nuestros propios desvanes personales.
Es la Semana Santa de la memoria, la fiesta sentimental que lograron materializar en celuloide un director de la talla de Manuel Gutiérrez Aragón, un guionista imprescindible como Carlos Colón –luego llevaría a papel aquella Semana Santa interior en su inolvidable pregón-, la dirección musical de Antón García Abril y esas marchas orquestadas por Royal Philharmonic Orchestra de Londres que, de alguna manera, se convirtieron en la banda sonora sentimental de toda una generación de cofrades.