Semana Santa en Sevilla

He vuelto a ver la película de Juan Lebrón y Manuel Gutiérrez Aragón, Semana Santa de Sevilla, que vi hace un cuarto de siglo, y sigo pensando que es una verdadera maravilla. También, que no entiendo a quienes quieren acabar con la Semana Santa, más allá de creer o no creer en Dios, que cada uno puede creer en el dios que le dé la gana. Soy un firme defensor de las tradiciones andaluzas y un saetero frustrado. Alguna vez he dicho que no me gustaría morirme sin cantar una saeta en un balcón de Sevilla. Incluso creé una hace algunos años, por si se encartaba algún día, pero sigo sin atreverme:

Que se callen las trompetas,
que no redoblen los tambores,
que está sufriendo en la cruz,
que en la cruz está sufriendo
el más grande de los hombres.

Hay partidos políticos que quieren acabar con muchas de nuestras tradiciones y antes de que esto ocurra habrá que plantearse acabar con ellos en las urnas. Es el pueblo quien tiene al final el poder de aceptar o no a estos partidos, porque empiezan queriendo acabar con ciertas tradiciones que no van con sus ideologías y terminas en una dictadura con el pie al cuello y teniéndote que poner de rodillas para poder comer. Es respetable que alguien esté en contra de los toros o incluso del flamenco tradicional que recuerda, dicen, al franquismo, cuando tanto la tauromaquia como el arte de lo jondo ya existían antes de que nacieran los tatarabuelos del dictador gallego. España se está convirtiendo en un país donde cuesta respirar el aire de la libertad, políticamente peligroso y tremendamente aburrido. En nuestras manos está cambiar la realidad y pronto, dentro de dos semanas, porque al día siguiente de las elecciones ya será tarde.

Silencio para el saetero,
silencio en la madrugada,
que lo pide el Nazareno
con la luz de su mirada.