Ser generoso

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17 mar 2018 / 21:03 h - Actualizado: 17 mar 2018 / 21:09 h.
"Cofradías","Cuaresma"

Es sábado (por ayer). Voy en un tren hacia Córdoba, donde el maestro Jesús Zurita me recoge para que pasemos un rato animado hablando de cofradías en El Carpio, en su pueblo. La mañana está muy poco apetecible, pero él ha sido generoso conmigo y hay que responder como merece. Quedan pocas horas para la Meditación de la Hermandad de la Sagrada Lanzada, la cual he preparado robando minutos a un reloj siempre justiciero. Después de diez años desde que me lo pidieron la primera vez, es hora de responder a los amigos de esta cofradía del Miércoles Santo, y ante sus amantísimos titulares. Con la música que ha preparado la maestra Begoña González, voy a abrir el corazón y voy a dar la voz que me queda, que es bien poca tras enseñar, cantar y abrazar con palabras a mis niños mercedarios, que todos los días me preguntan cuál es mi cofradía y qué acto tuve ayer, porque ven bajo la ropa de diario la corbata que señala la elegancia de nuestros eventos. Hoy tendremos el pregón, el de la Maestranza, el único y ortodoxo para quienes niegan que la fe de muchas voces pueda multiplicarlos en barrios, bares y peñas. Yo no podré vivirlo, porque junto al trabajo que en estos días se multiplica, he recibido una petición de la familia del pregonero, para aliviar la carga que estaba suponiendo reunir las entradas necesarias para atender las peticiones. José Ignacio ha remitido puntualmente correos a todas las hermandades de gloria, y aunque por medio de ellas no he podido ser generoso con él, sí le he brindado indirectamente las entradas que me correspondían. No se notará la ausencia, pero el pregonero sabe que le regalo una presencia mejor, la de mi mejor y más generosa intención. Por la tarde, tras la conclusión de un pregón que se antoja sorprendente y lleno de matices para todos los gustos y todos los arbustos de la familia pregonera, iremos un rato de besamanos mientras otras muchas personas estarán –estaremos– trabajando también, antes que por el salario, por servir a quienes nos necesitan, quienes nos piden esa dedicación. Sean ustedes generosos con el pregonero, reciban de buen grado sus palabras. Por la tarde, cuando lleguen ante mi Cristo de las Almas y ante Jesús del Silencio, sean generosos y denles un beso de mi parte. La moneda del cariño se llama generosidad.