Sevilla eterna

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04 mar 2017 / 23:10 h - Actualizado: 04 mar 2017 / 20:19 h.
"La trastienda hispalense"

Manuel Toro Martínez decidió, en el día de ayer, caminar hacia su gloria preferida de Expiración y de Aguas. El que fuera cofrade por excelencia y pregonero de Puerta del Príncipe, en la Semana Santa de 1979, se fue por la plaza del Museo hacia el edén de la Sevilla eterna, mientras la primavera se acerca, como siempre, casi sin avisar, pero ya se encargará el ángel de La Fama, aquel que corona el frontón triangular de la antigua y Real Fábrica de Tabacos, de tocar su clarín para que el mundo entero sepa que Sevilla comienza de nuevo a vivir su juventud, entre los efluvios exclusivos del primer verdor hispalense. Y después, vida, jardines llenos de vida para abrazar, para soñar, para querer, para volar... Y en ese vuelo, unos versos con música se meten en mi casa sin llamar al aldabón de la puerta, pero yo los dejo que me pellizquen y si lo consiguen, lo tengo claro, los comparto con todos vosotros para que disfrutéis una vez más del duende de Sevilla.

Al alba de la mañana, campanea la Giralda, y el Giraldillo despierta oliendo a olivo y a palma. Huele a pasión y a devoción de primavera, huele a azahar y a chicotá campanillera, huele a Sevilla. Cruz de guía, cofradía, penitentes, buena gente, nazarenos, caramelos, costaleros... y Sevilla.

El alminar se engalana de una ciudad nazarena, vestía de Inmaculada y de Esperanza morena. Huele a igualá y a levantá, huele a martillo, huele a clavel, a Gran Poder y a Baratillo, huele a Sevilla. Capataces, antifaces, blanca cera, camareras, azucena, Macarena, Altozano... y Sevilla.

Guadalquivir nazareno de pasiones encendidas, de Cachorro arrabalero, de Triana y Tres Caídas, que cuando cruzan el puente, el mundo entero se para entre aromas penitentes de orillitas de agua clara, con palomas de aguardiente y leyendas trianeras de Ariza y de Bejarano, de la O y de San Gonzalo, y de viejas cigarreras.

Sevilla es la parihuela de un bello paso de palio, que cruzan trabajaderas de calles, plazas y barrios. Huele a costal, a catedral, huele a Calvario, a cielo azul, a Santa Cruz y a campanario, huele a Sevilla. Siguiriya, canastilla, martinete, minarete, alegría, contraguía, alpargata... y Sevilla.

El Giraldillo es la gracia de nuestra fe mariana, encima de un sonajero con veinticinco campanas. Huele a oración de Redención y a flor de incienso, huele a ruán y a madrugá, huele a Silencio, huele a Sevilla. Aguaores, escultores, pertigueros, pregoneros, simpecaos, los Armaos, banda y marcha... y Sevilla.

Y huele a saeta, mantilla y peineta, rosa y jazmín, y a Semana Santa al pie del Guadalquivir.