La Tostá

Sevilla la dulce

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
06 abr 2019 / 10:47 h - Actualizado: 06 abr 2019 / 10:50 h.
"La Tostá"
  • Sevilla la dulce

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Sevilla es una de las ciudades con mayor tradición dulcera del mundo. No solo la capital, sino sus pueblos. Y en esas fechas, cercana la Semana Santa, florecen los dulces como las flores y raro es encontrar una casa donde no haya ya pestiños, piñonates, torrijas, tortas de aceite, cortadillos, mostachones de Utrera, la torta inglesa de Carmona, las yemas de San Leandro, los brazos gitanos o las empanadillas, entre otros muchos. En mi casa de Palomares del Río no había mucho que comer, o no sobraba la comida, pero en llegando estas fechas había ya dulces típicos de Sevilla hechos por mi madre, que fue buena dulcera. Lástima no haber anotado sus recetas porque inventaba sus propios dulces utilizando mucho las galletas, la mantequilla, el chocolate y las claras de huevo de corral, de nuestras propias gallinas, que andaban sueltas por el campo. Hacía un merengue tan espeso que podíamos tallar figuritas con él. Pura artesanía aljarafeña. Además, lo bueno de este asunto, el de los dulces artesanos sevillanos, es que es una tradición que no corre el riesgo de que se pierda, porque la cocina es algo que interesa mucho a los jóvenes, cada día más, y la dulcería es parte esencial de nuestra gastronomía desde hace miles de años. Una de las mejores cosas que se pueden hacer estos días es recorrer los distintos conventos de la ciudad y comprar sus dulces artesanos, las yemas de San Leandro, por ejemplo, que son los más típicos y que se hacen con almíbar y huevo, pero no pida la receta porque es altamente secreta y sólo la saben las hermanas agustinas del Monasterio de San Leandro, que es donde se fabrican. No las hacen nada más que ahí. Si se dispone de tiempo, es imprescindible dedicar los fines de semana a conocer la dulcería típica de los pueblos sevillanos aprovechando las vacaciones de Semana Santa. No solo la de los conventos, sino la de esas pastelerías pequeñas, familiares, que tanto hacen para que no se pierda esta tradición. Sin embargo, es bueno no pasarse, sobre todo los niños, porque el exceso de miel, azúcar o mantequilla suele ser perjudicial para los dientes si no se lleva a cabo luego una limpieza bucal adecuada. Esto se sabe ahora, porque en mis tiempos, hace ya medio siglo, los niños no nos lavábamos los dientes casi nunca y cuando te comías una torrija te ibas a la cama y te llevabas toda la noche relamiéndote. Por tanto, cuidado, mucho cuidado, también por el exceso de calorías, pero no dejen de disfrutar de una de las mejores dulcerías del mundo, la de Sevilla la dulce.