Todos sabemos que en la sociedad se producen conductas y hábitos que, aunque somos conscientes que se dan, no queremos reconocer pensando que ese hábito nunca va con uno mismo. Pero llega un momento en que todos sin excepción deberíamos avanzar en paliarlo, porque le colocan un título nada agradable a la ciudad de Sevilla; y este no es otro que el de ser la ciudad de España donde los menores de edad lo tiene más fácil para comprar alcohol. En el estudio que desarrolló la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) se pudo constatar como los menores pudieron comprar alcohol en el 87,5 por ciento de la visitas a establecimientos, mientras la media en España se situaba en 57 por ciento. Entre las ciudades estudiadas como Madrid, Barcelona, Valencia o Bilbao, Sevilla fue la que con más facilidad los jóvenes de 16 y 17 años conseguían su objetivo.
Disculpe el lector que exponga algunos datos más, pero estas cifras muestran lo que hacen nuestros hijos, que –desgraciadamente– se esconden en estos números. El 75,1 por ciento de los adolescentes entre 14-18 años ha consumido alcohol alguna vez en su vida; seis de cada diez adolescentes se han emborrachado alguna vez en su vida, y uno de cada tres lo ha hecho en los últimos 30 días. Me preocupa cómo los expertos aseveran que el cerebro de los adolescentes es muy vulnerable a los efectos del alcohol, llegando a concluir estudios científicos la relación directa entre el consumo de alcohol y el daño cerebral en los adolescentes.
Entre los muchos títulos que ha logrado nuestra Ciudad como la de Muy Noble, Muy Leal, Muy Heroica, Invicta y Mariana, no queremos –ni por asomo– la de muy fácil.
Mientras tanto, ¡sé feliz!