Llevo tiempo preguntándome si Sevilla, mi ciudad, se cree lo que no es. No sé si aquella mentalidad de los canónicos que quisieron levantar una catedral tan grande que los que vinieran detrás los tuvieran por locos aún persiste. Cada vez que escucho que van a restaurar algún gran monumento dicen a continuación que se destinará a usos culturales o de emprendimiento. Lo penúltimo que he escuchado en ese sentido tiene que ver con las Atarazanas y con unas naves de Renfe. Desde que oigo tales palabras hasta ahora ya tendríamos que estar cerca de la categoría de Barcelona o de Madrid. Y luego están las grandes superficies comerciales aquí y allá, abren Palmas Altas y Primark, cierran Supersol, Eroski, Día y no sé cuántos pequeños comercios. ¿Dónde se ven los efectos de eso tan engañoso llamado emprendimiento?
CCOO saca su informe y dice que la mitad de los sevillanos lo tienen crudo para llegar desahogados a final de mes. La Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) lleva lustros quejándose de su lamentable situación. ¿Seguiré estando en la ciudad de los pasos de Semana Santa, de la Feria y del Rocío, por encima de todo? Porque esa Sevilla está ahí y no deseo que desparezca pero no es la primera Sevilla que quiero, mi primera Sevilla es la de los parques tecnológicos, la del puerto que nos vuelva a traer mercancías de todo el mundo pero que el dinero se quede aquí y la del aeropuerto conectado a los técnicos y ejecutivos del mundo financiero y tecnológico. Bueno, sí, y que vengan los turistas pero, puestos a vivir en el capitalismo, aspiro más a una City como la de Londres, a que antes de morirme vea al lado de Torre Sevilla una o dos torres más, no lo veré pero soñar no cuesta nada. Nadie le va a quitar su encanto nunca a la Giralda, ¿o es que acaso los rascacielos de la City londinense han matado a su torre parlamentaria?
También –como digo, si hay que vivir en el capitalismo- espero que el capitalismo construya el metro y yo pierda de vista a esa izquierda que ni come ni deja comer, su papel es el de Pepito Grillo, poco más. Si estamos en el capitalismo estamos en el capitalismo, no entre Pinto y Valdemoro. Si no hay lo que debe haber para destronar al mercado y sus codicias al menos dejemos que trabaje y que se aplique la ética que conlleva, si es capaz y, si no, que deje de hablarme de libertad y de democracia porque está preso de sí mismo.
¿Tanta cultura hay en esta ciudad para tanto centro cultural? ¿Tanto poderío tiene el ayuntamiento para mantenerlos? Cultura gratis, supongo, cubrir los deseos que hemos tenido todos de jóvenes de hacer algo, antes para cambiar el mundo y ser protagonistas, ahora creo que pesa más lo segundo. Me parece que esta ciudad se sobrevalora a sí misma, cuando la Expo del 92 los especialistas en comunicación no tuvieron que quebrarse mucho la cabeza: “La Expo, lo mejó der mundo”. Pero también Frank Sinatra cantaba New York, New York y decía que la ciudad de los rascacielos era la número 1.
Cuántas veces pienso que estoy en una gran ciudad y así me gustaría que fuera. Pero eso no se logrará hasta que se forme una poderosa clase empresarial que de verdad apueste por Sevilla y por la gran Sevilla y la quiera no sólo para hacer negocio sino para hacer espíritu, arte. Ésa es la tarea a la que debe dedicarse el futuro alcalde y no empezar escenificando firmas de falsa colaboración con Málaga, un lugar en el que existe odio hacia el sevillano, un odio al que vi nacer como periodista que vivió en primera línea la construcción de la nueva Sevilla del 92, algo que estamos pagando muy caro. Mientras compruebe que la ROSS sigue pasándolo mal no consideraré que me encuentre en una ciudad importante por mucho Obama y por mucho gran empresario del turismo que venga. ¿No hay entre ellos ningún mecenas que ponga en evidencia a Junta y ayuntamiento?