Si es que nos importan

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22 abr 2016 / 22:47 h - Actualizado: 22 abr 2016 / 22:48 h.

Ya a primeros del año pasado, en esta columna de opinión, propuse con el título Debates y campañas un escenario en el que durante todo el año y por intereses de la gestión del poder nuestro país sufriría un parón en el crecimiento. Por desgracia, el 20D no fue la última etapa de ese largo año electoral y los datos económicos recientemente revelados, coronados con el incremento del déficit público, han terminado por certificar aquellos malos augurios.

Lo peor es que estamos de nuevo abocados a otro período electoral y, salvo carambola del último instante, me temo mucho que se avecinan las que, según los expertos, serán las elecciones con mayor número de abstenciones de la historia de nuestra democracia reciente.

A riesgo de que la desafección y el desinterés provoquen una involución del sistema, defiendo que en estos momentos de crisis económica, política y social endémica no queda otra que abrir canales de participación y dejar que entre aire fresco. Es nuestra responsabilidad integrarnos todos de cabeza en la gestión pública a través, cómo no, del depósito de nuestro voto.

La participación no opera en el mundo de la representación, sino en el de la voluntad; no en el de la autoridad, sino en el de la libertad de decisión. La participación política de los ciudadanos se hace necesaria cuando la voluntad de hacer ha sido sacrificada a cambio de la voluntad del poder de una forma ladina, sin miramientos.

Cuando la representación política se agota en sí misma en la incompetencia y la corrupción, nuestros políticos, apátridas y desleales, solo se merecen en estos momentos de ausencia de libertad política, donde se nos ha usurpado con distintas visiones de resultados la voluntad manifestada en las urnas, que el órgano decisor –es decir, la ciudadanía– se pronuncie de forma contraria a esta horda de personajillos, actores en un escenario de sálvese quien pueda, que para colmo demuestran su escasa gallardía sometiendo a sus bases y a sus colores el presente y el futuro de este vapuleado país. Insoportable.

Es ahora, ojalá, precisamente en los momentos dirimentes del conflicto y viendo ya en nuestros representantes sus estilos abusivos o amenazantes, donde tendremos la oportunidad de decidir el futuro de nuestros hijos. Si es que nos importan.