La vida del revés

«Si me queréis, irse»

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01 may 2019 / 08:49 h - Actualizado: 01 may 2019 / 08:55 h.
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  • Pablo Casado. / EFE-Archivo
    Pablo Casado. / EFE-Archivo

Ni un solo líder político europeo aguantaría un castañazo como el que se ha pegado el Partido Popular el pasado domingo en las urnas. Ninguno. Todos habrían dimitido a las 20,30 horas del domingo. Si hablamos de Podemos, la cosa es bastante similar. Pero no, en España llevas al desastre a tu partido y no pasa nada de nada.

El caso de Pablo Casado es especialmente divertido.

Por cierto, van a tener que perdonarme si el señor Casado cambia de opinión mientras escribo esta columna. Hago lo que puedo y estoy muy atento, pero la velocidad con la que modifica las ideas este hombre es inusual y descoloca al más pintado.

Hace unos días ofrecía entrar en su Gobierno a Santiago Abascal y a Albert Rivera. Ayer, el primero era el rey de la ultraderecha y Rivera un socialdemócrata disfrazado de liberal. Hace unos días, coqueteaba con la derecha más dura, con las ideas más radicales y ayer se colocaba en el centro del tablero para que los votantes se inclinasen y besasen su cetro. Ahora resulta que no quiere tocar a Vox o a Ciudadanos ni con un palo.

No dimite, se carga a su jefe de campaña (pobre Maroto, la que se va a ganar), cambia de estrategia sin despeinarse y, por si era poco, acusa a los otros de ser hipócritas y una especie de cáncer inaguantable (No han podido con nosotros ni van a poder. Ni con malas artes ni con campañas torticeras, ha dicho sin dar muestra de sentirse avergonzado por soltar lastre de esta manera). Si me queréis, irse; le ha faltado decir a Pablo Casado.

Es lógico que no dimita este hombre porque en menos de un mes las urnas esperarán, de nuevo, en los colegios electorales. Nadie querría comerse ese marrón y la nave se hundiría sin remedio. Pero hay algo que no puede consentirse el señor Casado: no puede seguir metiendo la pata al hablar. Durante la campaña; intentando un discurso duro y de confrontación con los partidos de derecha españoles ha sobrepasado algunos límites que separan lo granítico del insulto; intentando un discurso más divertido y amable ha hecho el ridículo (echen un vistazo al vídeo que circula por internet sobre lo que dijo de la encuesta del CIS).

Ah, otra cosa. Si alguien cercano al PP lee esta columna y se encuentra cerca del señor Casado, que no olvide decirle que cargarse a todos los sorayistas era una estrategia fatal y que ahora los apoyos van a ser escasitos. Y que, por si era poco, las subvenciones para el PP van a descender un pelín: de 13,6 millones a 6,98 millones más o menos. Va a pasar las de Caín este jovencito. Que alguien se lo deje claro.