Sokan Kankei

En Japón utilizan dos palabras: ‘Sokan Kankei’ que quiere decir relación mutua, lo que supone tener en cuenta el efecto que produces en los demás para expresarte y actuar en consecuencia

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19 may 2018 / 19:03 h - Actualizado: 19 may 2018 / 19:06 h.
  • Sokan Kankei

La realidad de las relaciones humanas es tan fascinante como compleja (¿o tal vez somos nosotros los que las complicamos?). La naturaleza personal es más de índole continental que insular, es decir, necesitamos estar conectados, no sólo para sobrevivir, sino porque disfrutamos verdaderamente de esa conexión: cuando conectamos, aprendemos; cuando conectamos, confiamos; cuando conectamos, crecemos; cuando conectamos, encontramos sentido... Paradójicamente, siendo la conexión un bien tan preciado para las personas, muchas se mantienen en «modo insular», esto es, permanecen aisladas, como un trocito de tierra a la deriva, rodeado por el océano de las circunstancias... «Soy como el náufrago, independiente» –esgrimirá alguno–, pero no, no amigo; el náufrago no es que sea independiente, es que está perdido... Y para que lo encuentren, lo primero que tiene que hacer, necesariamente, es encontrarse a sí mismo.

En Japón utilizan dos palabras: Sokan Kankei que quiere decir relación mutua, lo que supone tener en cuenta el efecto que produces en los demás para expresarte y actuar en consecuencia. La filosofía oriental es experta en sensibilidad y empatía, dos conceptos que se ven reflejados en la Sokan Kankei (relación mutua).

¿Te late o te re-late?

Para entender las cosas no hay nada mejor que empezar por el principio, así no te lías. En el caso de las relaciones, si acudes a su etimología, te encuentras con «relatio» («acción y efecto de llevar otra vez») pero, para que nos entendamos mejor, a mí me gusta reinterpretar ese re-latio como un latido que se repite. Estoy convencida de que la razón de ser de nuestra existencia es conocer y sentir lo que provoca esos latidos, una vez que das con ese «algo»... ¡nunca más estarás perdido!

En México, se utiliza la expresión «¡me late!» para decir que algo te gusta, pero para establecer una re-latio es necesario que ese «latido» se repita (pues de esa repetición depende la conexión). A nuestra sociedad «le laten» muchas cosas, pero le re-laten pocas. Como el pajarito del Twitter, picoteamos likes (me gusta) por aquí y por allá, pero quedarnos a conocer, a profundizar... eso ya es otra cosa.

La sociedad del latido exprés

Está a la orden del día: sales con las amigas un sábado por la tarde y, de repente, se te acerca un chico. Te empieza a hablar, es simpático (claramente «le lates») y al ratito ya te está invitando a ver su apartamento... (por si cuela). ¿Estaba ese chico verdaderamente interesado en conocerte? claramente: no. Eso, como mucho, es un «latido expréss» pero, ni que decir tiene, que está a años luz de ser una Sokan Kankei (re-lación mutua). Este tipo de comportamiento está más que generalizado, tanto que a veces pienso que vivimos en la sociedad del latido expréss, algo así como el mundo al revés: primero me acuesto contigo y luego decido preguntarte cómo te llamas... Así se da pie a toda una gama de trastornos y déficits emocionales que hacen proliferar los pacientes por farmacias y hospitales... «¡Pero si es diversión!» –se podría pensar– yo estoy a favor de la diversión, hay 20.000 maneras de divertirse, pero cuando jugar con las emociones y el corazón se convierte en práctica habitual... es que algo va mal.

Piénsalo, ¿verdaderamente se divierte la sociedad del latido expréss? la diversión conlleva creatividad, compartir y disfrutar, y cuando el lema constante es next («siguiente») ¿has disfrutado verdaderamente cuando no eres consciente del presente, ni te sabes el nombre de quien tienes enfrente? vivir en modo «next» no es lo más inteligente, porque lo que consigues con el «latio expréss» es que nadie te quiera conocer porque el placer barato sólo dura un rato... Si eres una persona de valor, sabes que mereces algo mejor (y, por tanto, tú también debes aportarlo).

En realidad, no hay nada tan divertido y emocionante que interesarte en conocer bien a otras personas, pues de conectar y compartir está hecho el vivir.

Se mal entiende el sentido de «libertad» (como el náufrago que se creía que era independiente y la realidad es que estaba perdido). No es más libre el que hace lo que le da la gana todo el tiempo, la libertad es la seña de identidad del que no es esclavo y ¿acaso no hay más esclavo que el pobre víctima del «empiezo y no acabo»? porque la libertad se pierde cuando, ante cualquier acercamiento humano, dices: «las manos me lavo», enarbolando erróneamente la bandera de la independencia para no reconocer que tu calidad humana ya sufre de demencia y así caes en la inconsciencia de ser víctima de tu egoísmo... Eso queda muy lejos de ser tu mismo, de ser fiel a tu humana esencia y, desde luego, de marcar una significativa diferencia. Bye bye a tu libertad, de esta forma quedas convertido en el esclavo de tu egoísmo.

El antídoto del egoísmo y la incoherencia

La Sokan Kankei es un antídoto contra el egoísmo y la incoherencia, porque llega para quedarse. Esta «relación mutua» provoca un compromiso de ambas partes porque se nutre del respeto, de la libertad, del tener en consideración los sentimientos propios y ajenos... La Sokan Kankei es el todoterreno emocional: por tierra, mar y aire, no importa donde te encuentres que siempre te va a ayudar. El lingüísta búlgaro, Tzvetan Tódorov, decía: «Si, como ser humano, al final de mi vida me preguntaran qué es el éxito, respondería que es haber vivido una vida en la que viví, amé y respeté y fui respetado por los otros a los que amé y respeté. Disculpe que use tanto la palabra «vida» o el verbo «vivir», pero prefiero no buscar ni sinónimos ni otras formas de decirlo. El éxito de una vida entera, de una vida completa, es el éxito en las relaciones humanas. Una vida sin amor habrá sido desastrosa.» ¡Cuánta razón tenía el Señor Tódorov! El tener éxito en las «re-laciones» humanas hace que tu vida sea mucho más sana y tenga sentido. Si no quieres estar como el náufrago, perdido... ¡activa desde ya tus re-latidos!