Sospechosos, condenados e ignorantes

La vida del revés

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17 feb 2017 / 22:50 h - Actualizado: 17 feb 2017 / 22:50 h.
"La vida del revés"

Iñaki Urdangarin condenado. La Infanta absuelta y obligada a pagar una cantidad porque, a pesar de no enterarse de nada, el caso es que el dinero estaba en una cuenta a la que ella tenía acceso y esas cosas. Lo que ya se esperaba: uno a la cárcel y la otra a casa. Él ha cargado con el mochuelo y ella, como no se enteró de nada, a casa; a preparar las visitas de fin de semana.

Eso de no saber nada de nada de lo que hace tu marido es algo que a mí me causa una enorme sorpresa porque, si mi mujer se encontrase con cien o doscientos mil euritos para gastar sin problemas, creo que me preguntaría ¿de dónde has sacado tanto dinero, criatura? Si hablamos de millones, la pregunta sería: ¿dónde has robado tanta tela, querido?

En realidad, si encontrase más de cien euros sospecharía algo. Pero puede ser que mi esposa sea un ser extraño. Es posible, porque la verdad es que si uno atiende a las noticias, últimamente, no hay esposa que se entere de qué documento firma, de dónde procede el dinero que tiene en el monedero o a qué se dedica su marido. Es una cosa fascinante.

Hoy la noticia es que Urdangarin ha sido condenado y que la Infanta no. Pero, creo yo que el debate no debe abrirse en torno a si las penas son severas o son para echarse a reír. No, las preguntas que asaltan van un poco más allá, deben referirse al problema en su conjunto. ¿Se acaba así con la corrupción? ¿Siguen sueltos un puñado de chorizos que terminarán yéndose de rositas? ¿Dónde está la pasta que se han llevado? ¿Nadie va a decir nada sobre el papel que se les está endosando a las mujeres y que viene a significar que son una especie de mueble decorativo en los hogares españoles?

Seguramente, con la ley en la mano, después de una instrucción que se ha dilatado en el tiempo de forma sorprendente, habiéndose escrito miles y miles de folios, las sentencias son las que tienen que ser. Pero ¿persiste el problema de la corrupción en nuestro país? ¿Es verdad que un Estado de derecho funciona cuando el desmadre ha sido de la magnitud que estamos descubriendo con cada causa abierta? ¿Alguien se ha fijado en que muchos de los que están siendo condenados no son capaces de armar un discurso más o menos coherente y digno del que tiene una preparación académica mínima? ¿Se puede saber quién nos ha estado administrando el dinero y si los que hay ahora en los puestos que ocupaban todos los que hacen cola a la puerta de los juzgados poseen una talla intelectual adecuada? Las preguntas son muchas y las respuestas dan miedo.

Por otra parte, el problema se ha extendido al resto de ámbitos sociales o económicos. El destrozo que se ha ocasionado durante los últimos años ha sido monumental. De hecho, ya nadie se fía de nadie. Incluso en las comunidades de vecinos, si el presidente quiere pintar la escalera, las dudas sobre su honradez aparecen en los descansillos tras las reuniones de vecinos. El que contrata una obra, aunque sea ridícula, es sospechoso de recibir comisiones del constructor o del albañil. Si alguien tiene dinero se le señala como candidato a corrupto porque eso de trabajar y ahorrar parece cosa de ciencia ficción.

No hace mucho tuve que pagar un viaje escolar de uno de mis hijos. Fui al banco a por la cantidad correspondiente y el cajero (el de carne y hueso; porque siguen existiendo, lo digo en serio) me preguntó si quería billetes de un tipo u otro. Como le dije que me daba igual porque lo iba a entregar en unos minutos, me entregó un billete de quinientos euros. Pagué en la secretaría del colegio lo que tocaba y escuché, antes de salir de allí, un comentario sobre ese billete que acababa de entregar. Cualquiera tiene unos de estos escondidos en casa, hay que ver. Creo que fue eso lo que dijo aquella señorita tan graciosa. Lo que ella no sabe es que era la primera vez que tenía uno de esos billetes en mi poder y que no lo tuve en el bolsillo más de media hora. Sin embargo, pasé a formar parte del equipo de padres sospechosos. Y, además, me señaló como si mi aspecto invitase a pensar que un tipo como yo no debería tener quinientos euros en el bolsillo ni por casualidad. Eso no me terminó de gustar, entre otras cosas porque es verdad.

Hemos entrado en una dinámica insoportable que no nos llevará a ninguna parte. Y este sí que es un daño que nadie valora. ~