«Soy político, ¿y qué?»

Rafael decidió, en 2015, dar un paso adelante. Está harto de que todos los que se dedican a la política sean juzgados, desde el desconocimiento, de la misma manera

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27 abr 2018 / 22:04 h - Actualizado: 27 abr 2018 / 22:06 h.
"'Sevilla Al Minuto'"

Rafael tiene 33 años. En 2015 decidió dar un paso adelante y comprometerse con su municipio, La Rinconada. Desde entonces es concejal, un político convencido de que, desde lo público, es posible mejorar la vida de los demás. Desde entonces confiesa sentirse pleno y feliz, aunque no satisfecho: «Los políticos nunca nos debemos sentir plenamente satisfechos porque siempre habrá injusticias por las que luchar».

Pero además de pleno y feliz con lo que hace, Rafael siente cierta tristeza. Aborrece la figura de aquellos que representan esa minoría que se ha encargado de ensuciar una dedicación que es plena y total. Antes de celebrarse las elecciones de 2015, a las que concurrió por primera vez, ya tenía que aguantar comentarios que ponían en duda sus pretensiones o que intentaban descifrar una ambición oculta y sucia. «Qué vergüenza. Los políticos son todos iguales: ladrones y sinvergüenzas», eso fue lo que le dijo un conocido cuando se enteró de que se presentaría a las elecciones bajo las siglas del PSOE. «¿Crees que no me causó pena escuchar aquello», dice. «Me causó pena y mucha impotencia», continúa.

Hoy, cuando ya han pasado casi tres años de aquellos comicios y cuando la experiencia le brinda la sabiduría de saber qué exige la política, experimenta más cabreo aún cuando escucha ciertas afirmaciones. «Ojalá yo tuviera tu nómina por hacer lo que haces», le dijo una señora hace unos meses.

La ignorancia hace verter comentarios insultantes de forma gratuita. Rafael no tiene nómina por dedicarse a la política, no tiene un sueldo, su labor es altruista. Hasta ese punto llega el desconocimiento del resto.

Rafael admira el trabajo, la dedicación absoluta y la pasión de políticos anónimos que, de forma incansable, se dejan la piel en lo que hacen. Esa es la política real y esa es la política que no se conoce. Su objetivo sigue siendo mejorar la vida de sus vecinos –«claro que sí»– pero también el de dignificar a un colectivo honrado, decente y comprometido con los demás. «La gran mayoría de los políticos puede presumir de decencia e ir con la cabeza bien alta. Al igual que lo puede hacer la gran mayoría de los ingenieros, de los policías o de los panaderos».

Rafael no está dispuesto a soportar más el juicio paralelo que desde la ignorancia muchos hacen sin conocer ni un ápice de su dedicación. Reconoce que la culpa de todo esto la tienen personas desalmadas que intentaron hacer de la política su propio negocio pero rechaza que, a partir de ahora, se utilice la misma vara de medir para todos porque, insiste, «la mayoría de los políticos dejan el reloj en casa antes de salir porque no existen las horas ni el ocio ni el tiempo libre. Esa es la política que muchos no quieren ver».