Tan españoles como andaluces

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10 jun 2017 / 22:13 h - Actualizado: 10 jun 2017 / 22:15 h.
"PP","PSOE","Susana Díaz","Juanma Moreno"
  • Tan españoles como andaluces

El obligado paso atrás dado por Susana Díaz tras su derrota en las Primarias del PSOE frente a Pedro Sánchez hacía pensar en un repliegue tal que los planteamientos de Estado que hasta ahora venía haciendo la dirigente socialista iban a quedar en un segundo plano para centrase, más bien, en su tarea de gobernar en Andalucía. Su carrera hacia Ferraz le forzaba a estar presente a diario en el debate nacional a cuenta del secesionismo catalán reforzando el papel de contrapeso de Andalucía. Ahora se ha determinado que esa faceta españolista de la presidenta de la Junta le ha perjudicado en sus expectativas hasta el punto de conseguir rotundos fracasos en la propia Cataluña y otras comunidades de las llamadas históricas. El rechazo de Díaz a las aspiraciones separatistas fue superado por el concepto de la plurinacionalidad y nación de naciones de Pedro Sánchez contando esta formulación con una excelente acogida entre la militancia.

Superada, pues, por los acontecimientos, era cuestión de arrinconar conflictos y dedicarse al día a día para sacar adelante esta legislatura que, a fin de cuentas, es de lo que se trata. Pero la realidad es tozuda y el desafío de los nacionalistas ha llegado a un punto de no retorno con la fijación de referéndum catalán. Y ante tamaño reto no caben medias tintas de ahí que la presidenta andaluza, en la toma de posesión de su nuevo gobierno, hiciera lo que tenía que hacer: reafirmase en favor de la Constitución y la ley y del Estado de Derecho «ante los que quieren romper la convivencia entre ciudadanos y los que quieren romper el proyecto común que es España». Así de claro. Sin eufemismos ni términos ambiguos. Se trata de defender a este país. Por si hubiera alguna duda, remataba su discurso en el Salón de los Espejos del Palacio de San Telmo confesando que se sentía «tan andaluza como española y tan española como andaluza».

En definitiva, sus palabras venían a confirmar que Andalucía no va a renunciar a su papel equilibrador ante cualquier nueva reconfiguración del Estado que se pudiera acometer. Se da por hecho que Díaz no va plantearle más batalla interna a Sánchez. Al menos, eso dice. No va a reclamar una determinada representatividad en los órganos gobierno del partido. Se acabó el susanismo. Ahora lo que toca es Andalucía. Pues bien. Orillado el asunto orgánico, eso no es óbice para que se mantengan firmes determinados postulados como máxima autoridad que lo es de Andalucía como puede ser el combate contra todos aquellos planteamientos egoístas que consoliden privilegios de determinados territorios en detrimento de los más desfavorecidos. Puede que haya llegado el momento de la desaparición de las llamadas baronías en el seno del PSOE pero no debe olvidarse nunca que por en encima de todo ello está el mandato de todos los andaluces para que les defiendan ante los atropellos de otros.

El temor a lo políticamente correcto ya pasó. Es verdad que se requiere articular una salida al problema catalán. Y que, incluso, los principios que en materia territorial tiene el PSOE se encuentren tan desbordados que requieran de una actualización. La declaración de Granada está dando señales como para pensar que ya no es suficiente para el encaje debido a este serio problema que tiene España. Pero tan cierto es eso como la necesidad que tiene Andalucía de no renunciar a su papel como garante de la igualdad de todos los españoles, vivan donde vivan. No se trata de que nos encerremos en el búnker antinacionalista y recentralizador. Tampoco significa ir contra Sánchez ni contra nadie. Simplemente es cuestión de estar a favor de los que se sienten tan españoles como andaluces.