Sabía que estabas enfermo, la familia Sánchez-Serrano tenía lágrimas en los ojos al hablar de ti cuando acompañábamos a la Virgen de la Cabeza en San Juan de la Palma. Alejandro, tú que fuiste acólito de la hermandad, tú que tuviste a la Morenita tan cerca durante unas horas, has tenido que ver la cara más amarga de esta vida. Sabías que tenías algo en la cabeza que te pondría difícil las cosas y aún así, cuando la Virgen fue a la Catedral, le regalaste un alfiler con tu nombre y una medalla de la Pastora de Cantillana. Quiero que sepas, ya desde el cielo, que la Virgen la va a llevar puesta para nunca olvidarte.
Tus padres han tenido que sufrir tu marcha. María del Mar y Joaquín no comprenden lo que ha pasado. Una familia que se ha roto sin un por qué, sin un cómo, sin un cuándo si hablamos de reencuentro. Tengo la piel erizada de pensar dónde estarás y si realmente has sido un ejemplo para todos nosotros. Si fuiste capaz de mirar a la Asunción Gloriosa el 15 de agosto para encontrar el cielo de nuestra vida en sus ojos. Si tu Soledad, patrona de Cantillana, te ha hecho un hueco entre su pañuelo, para velarte en los días fríos y en las noches largas. Si tu Pastora, te ha puesto la mano en la cabeza, para que no pierdas el sendero. Eso me pregunto. 13 meses has estado luchando, queriendo sonreír, sabiendo ver el rostro de Cristo más allá del aspecto físico y del miedo. Alejandro Ortíz Campos, hace falta más hombres como tú, porque has demostrado ser un hombre. Gracias. Nos has querido poner por delante la verdad de todo esto, hoy estamos aquí y mañana podemos no estarlo. Y has sonreído y has llorado. Y has vuelto a levantarte tras caerte y todos poco a poco nos hemos ido dando cuenta que eras especial.
Tengo la certeza de que la Virgen de la Cabeza, esa que conociste hace poco tiempo, es tu Madre allá en las alturas desde donde nos miras. Fíjate que es pequeña y hermosa, dulce como ese viento del Cerro al amanecer. Una Madre que no falla, como la tuya. Una roca insistente, como tu padre. Una familia que siempre te recordará. Eso es la Virgen de la Cabeza.
Alejandro, ahora te toca estar pendiente de nosotros. Ahora conoces a Dios, sabes como es. Has besado las manos de su Madre y por eso, ya eres uno de los escogidos que goza de la vida eterna. Nosotros nos quedamos aquí tristes por tu marcha porque te fuiste pronto. Así la vida cumple su día a día, a sabiendas de no entender todo lo que pasa. Ya portas el estadal de los buenos. Y nosotros te llevamos en el corazón, sabiendo que lates muy fuerte ya para el resto de nuestra historia.