Que la localidad malagueña de Torre del Mar vaya a tener un teatro con el nombre de la bailaora y coreógrafa Rocío Molina, es una gran noticia, sobre todo por la novedad. Es muy joven aún y no sabemos qué rumbo puede tomar su carrera, pero ya es una gran artista de talla internacional y si en su pueblo han decidido que el nuevo teatro lleve su nombre, estupendo. ¿Para qué van a esperar a que sea una bailaora octogenaria o a qué ya no exista, como suele ocurrir en nuestra tierra? Rocío Molina, bailaora a la que echaron para atrás en el Festival Internacional del Cante de las Minas porque consideraron que no servía, es hoy una de las banderas del flamenco en el mundo, una artista con un gran talento y una valentía admirable, estemos o no de acuerdo con su línea, siempre atrevida y rompedora. ¿Se imaginan que algún teatro de Sevilla llevara el nombre de alguno de los grandes artistas flamencos que ha dado esta ciudad? Yo tampoco, sinceramente. Por eso tiene su importancia esta noticia, la de que Rocío Molina vaya a tener uno con su nombre en su pueblo.