Las elecciones a la presidencia de la Liga de Fútbol Profesional vuelven a estar en boca de todos. Este próximo miércoles, si hay al menos dos candidaturas, los clubes de la Primera y la Segunda División deben decidir si la de Javier Tebas será la que gestione los destinos de nuestra competición. El único decidido a plantarle cara, Álex Aranzábal, aún no las tiene todas consigo y parece que no presentará los avales necesarios. En tal caso el señor Tebas se autoproclamará presidente del órgano rector de la Liga, sin necesidad de votación.
El propio Aranzábal ya avisaba ayer: «Si termina un mandato y va a haber elecciones, que las haya». Y es que es difícil que el propio Aranzábal aglutine apoyos. No estar del lado de Tebas, a día de hoy, es como quedarse en fuera de juego. Y si no, que se lo pregunten a José Castro o Ángel Haro, presidentes de Sevilla y Betis, respectivamente. El primero vuelve a estar en una encrucijada. Más de 500 aficionados, convocados nada menos que por la federación de peñas sevillistas, se manifestaron a las puertas del Sánchez-Pizjuán este fin de semana para dejar claro que no ven bien que Castro apoye a Tebas. El presidente sevillista escurrió el bulto ayer de manera pública. No puede hacer nada más que pasar un mal rato y aguantar el trago. Tebas le tiene, como al resto, cogido por donde más duele. No debe ser fácil para el presidente del Sevilla, más cuando el ente que preside Tebas se ha cebado con su club a base de denuncias, agravios comparativos y apercibimientos varios.
Tres cuartos de lo mismo le ocurre a su homólogo en el Betis. Ángel Haro también está entre la espada y la pared. Los repartos televisivos, la ampliación del límite salarial y otras peticiones condicionan el aval. Aun así, y aunque su afición no se haya manifestado tan notoriamente como la del eterno rival, sí que ha expresado su malestar en las diferentes redes sociales contra determinadas decisiones y denuncias que el órgano liguero ha llevado a cabo últimamente. La más reciente, la denuncia pública al entrenador, Gustavo Poyet. Al uruguayo, al igual que a su afición, no le gusta jugar el viernes por sistema. Pero el dinero manda y condiciona. Y el que lo maneja es Javier Tebas. No queda otra, hay que avalar y, por ende, apoyar la candidatura y gestión cortijera que se viene ejerciendo en nuestra Liga, no desde la llegada del propio Tebas, todo hay que decirlo, sino históricamente. Hasta ayer, 37 de los 42 clubes profesionales ya habían otorgado al actual presidente en funciones de la Liga su confianza de palabra.
La impopularidad de Tebas afecta a los presidentes y a los clubes, pues seguro que a más de uno le apetece hacer lo contrario de lo que toca. Pero no hay otra, así está montado el chiringuito, que diría aquel, y los aficionados pintan más bien poco en este negocio. Aplaudo la valentía del hincha y el arrojo de quien se digna a dar explicaciones, como ha hecho el presidente del Sevilla, pero de poco, por no decir nada, sirve. El miércoles, cuando el señor Tebas vuelva a autoproclamarse presidente, ya no habrá excusas ni discursos y podremos volver a recordar, que tenemos lo que nos merecemos.