Teoría de la mano en la nuca

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17 abr 2015 / 18:23 h - Actualizado: 17 abr 2015 / 18:24 h.
"Rodrigo Rato"

La mano en la nuca es más poderosa que el tiro en la nuca. La mano del cura en la nuca del alumno desaplicado; la mano del entrenador en la nuca del suplente que salta a calentar por la banda; la mano del amante posesivo en la nuca de su pareja sumisa en plena dominación sexual; y al meterlo en el coche, la mano del policía en la nuca del exvicepresidente que nos dio lecciones de honradez, de moral, de rectitud, de chulería, de aquí estoy yo, de ricachonería, de superioridad, de arrogancia, de desprecio. La mano en la nuca es para los restos, es inapelable, no tiene remedio, no admite olvido, no conoce venganza ni disculpa e imprime una huella imborrable. No deja títere con cabeza ese gesto por antonomasia del poder. El escándalo de Rato se comenta hoy por todos los corrillos, estupefactos ante la escena de un cuello superpoderoso sobre el que hasta hace dos días nadie había osado poner su mano. Y hablan de cómo cae hasta el más pintado, y de qué verdad es que tarde o temprano todo el mundo recibe su merecido, y de qué diferente era la mirada de aquel vicepresidente petulante con la de este paisano acabado. Pero mientras hablan los corrillos, algunos nos preguntamos: ¿verdaderamente es el cuello de Rodrigo Rato, y no el nuestro, el protagonista de esta historia? ¿De quién es la mano que lo oprime? En este juego dantesco y terrible de poderosos y estafados, de cosas que son y cosas que parecen, de realidades y ficciones, ¿quién puede decir que no es su propio cuello el que está siendo agarrado para hacerlo entrar por la puerta de cierta idea? El poder malicioso está lejos de haber sido vencido. Esa presión que sentimos en la nuca es la de su mano.